Perdonanos por fallarte...

¡Qué débiles somos cuando nos enfrentamos a las tentaciones sino dejamos que Dios esté en nuestro corazón! Muchas veces lo ha dicho el sacerdote de mi parroquia y con total razón, el problema no son las tentaciones, las tentaciones no son el pecado: el pecado sucede cuando, en nuestra debilidad, aceptamos las tentaciones y alejamos a Dios de nuestras vidas.

Por eso debemos aferrarnos fuertemente a las enseñanzas de Jesús, que están claramente escritas en los evangelios. Por eso debemos pedirle a la Virgen María que nos acompañe siempre y no nos suelte de la mano para no caer en las tentaciones.

Pero también, con el corazón humilde, debemos reconocer nuestra calidad de pecadores, de seres humanos débiles e implorar la divina misericordia de Nuestro Señor Jesús, por el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero, pero también para que nos de la fortaleza de no volver a pecar.

Señor Jesús, borra de nuestra alma todo rastro de maldad, elimina todo pecado y todas las ganas de volver a cometerlo, danos de tu santidad y llenanos de tu misericordia para no volver a caer más en las garras de la tentación. Llena nuestro corazón de paz. Amén.