El laico que anhelo

Así como pedimos sacerdotes, obispos y demás religiosos comprometidos con su causa y entregados a su misión, también debemos pedirle a nuestro Señor que envíe otros obreros a su mies: los laicos fieles y verdaderamente identificados.

No es un secreto, la gran mayoría de nuestra iglesia católica no son sacerdotes ni religiosos sino más bien los laicos, los que asistimos a la Santa Eucaristía. Pero no debemos quedarnos solamente en la asistencia, debemos ser partícipes de la palabra de Dios, misioneros en la vida diaria.


Ser un laico comprometido, es ser una persona que se aprovecha de la palabra de Dios y se alimenta de su Cuerpo Sagrado, para poder salir a las calles a evangelizar de muchas maneras. Cada quien tiene sus habilidades y cada quien tiene su manera de ser y nuestra responsabilidad está en poner esas habilidades al servicio de Dios para contagiar con nuestra paz, alegría y amor a las demás personas y convertirlos en laicos comprometidos.

Ya sea que tengamos habilidades para la música, para organizar a la comunidad, para enseñar a los niños, para orar por los demás, para predicar, para construir una obra necesaria o para llevar la palabra de Dios a hogares necesitados; todo eso y más, es parte de lo que debemos hacer como un compromiso nuestro personal con la causa de Jesús y su Iglesia única y universal.

Danos Señor la sabiduría y envíanos tu Santo Espíritu para reconocer cuál es nuestro papel dentro de la Iglesia, cumplirlo con amor, y de esta manera llevar tu palabra a todos los corazones. Amén.