María, un ejemplo de humildad y amor a Dios

No se puede negar que desde el primer momento María es una persona especial. Una mujer de alma pura seleccionada por Dios desde su concepción para ser la Madre del Redentor del Mundo y por lo tanto la Madre de toda la humanidad.

Pero este cargo tan importante lo desempeña con la mayor humildad y el mayor respeto a pesar de ser indudablemente una persona privilegiada por Dios.

Esta cercanía con su hijo le permitió vivir sus enseñanzas en plenitud como ningún otro ser humano lo ha podido lograr y es por ello que ahora vive en el cielo rodeada de ángeles y vive en nuestro corazón donde debemos rodearla de amor.

Su amor por su hijo divino, Jesús de Nazareth, debe ser imitado por nosotros, pues ella es quien nos indica el camino seguro para acudir a nuestra salvación.

En este mes de mayo, que particularmente dedicamos a la Veneración de nuestra Santa Madre, oremos con fe para que ella sea nuestra intercesora y nuestra abogada ante Dios.