Alabar a Dios es más que necesario

Alabar a Dios, proclamar su nombre y llenarlo de honra y honor no deben solo una obligación para los católicos sino un gran gusto y fuente de felicidad.

Porque debemos comprender que Dios, es decir, la Santísima Trinidad en sus tres Divinas personas, es el amor en su más puro estado, el amor que llega como manantial a toda la humanidad.

Alabemos a Dios sin miedo y sin verguenza, alabémolo con nuestras palabras pero también con nuestras acciones. Que la alabanza a Dios sea un recurso siempre presente en nuestra vida.