Evangelio del día Miércoles 31 de agosto

Santoral: San Ramón Nonato
Evangelio: Lucas 4, 38-44
"También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, pues para eso he sido enviado"


En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles. Al atardecer, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, poniendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: « ¡Tú eres el Hijo de Dios!»  Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.  Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: «También tengo que anunciarles el Reino de Dios a los otros pueblos, pues para eso he sido enviado».  Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.
Reflexión
Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que sobre todo san Lucas no se cansa de resaltar, es la gran misericordia de Jesús que lo lleva a ser disponible para los demás. Para él no hay un momento determinado para sanar, para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para quienes él ha sido enviado. Se ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y consuelo.
En nuestro mundo agitado es fundamental el recobrar esta actitud de Jesús, sobre todo para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces estamos cansados, pero qué importante es estar siempre disponible para los hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres. La falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia lo que va poco a poco provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se acercan a mí, sobre todo los de mi propia familia? Recuerda que servir es amar.
Señor, dame tu gracia y enséñame a ser sensible a lo que ocurre a mi alrededor, ayúdame a no ser una persona distraída ni abstraída de las realidades en torno a mí. Te pido que me uses y me conviertas en una persona solícita e interesada en la desdicha y la alegría de los demás, que pueda descubrirte en cada cosa y personas con las que convivo.
Hoy prestaré especial atención a todo aquellos que en el día a día me pasa desapercibido, y al darme cuenta voy a tener una actitud de caridad y apoyo hacia los demás.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.