Evangelio del Día - Viernes 4 de abril de 2014


Tiempo litúrgico: Cuaresma (morado)

Santoral



Primera Lectura: Sabiduría 2,1a.12-22
"Lo condenaremos a muerte ignominiosa"

Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente: "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. 

Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo so meteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él." Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.

Salmo Responsorial: 33
"El Señor está cerca de los atribulados."

El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor.

Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

Evangelio: Juan 7,1-2.10.25-30
"Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora"

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. 

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: "¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene." 

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: "A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado." Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora."

Reflexión
"Me conocéis y no me conocéis"

Gritaba, pues, Jesús mientras enseñaba en el templo: Me conocéis y sabéis de dónde soy; mas no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no conocéis. Esto es decir: “Me conocéis y no me conocéis”; esto es decir: Sabéis de dónde soy y no sabéis de dónde soy. Sabéis de dónde soy, Jesús de Nazaret, a cuyos padres también conocéis. De hecho, en este asunto se ocultaba sólo el parto virginal… respecto a Jesús conocían por entero todo lo que se refiere al hombre: su rostro era conocido, su patria era conocida, su ascendencia era conocida, se sabía donde nació. Con razón, pues, según la carne y la efigie humana que llevaba, dijo: “Me conocéis y sabéis de dónde soy. 

En cambio, según la divinidad, dijo: “Mas no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no conocéis; pero, para conocerlo, creed en quien me envió, y lo conoceréis. En efecto, nadie ha visto nunca a Dios, sino que el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, ése mismo lo explicó con todo detalle; y: Al Padre no lo conoce sino el Hijo y a quien el Hijo quiera revelarlo” (Lc 10,22)... Yo lo conozco. Preguntadme, pues, para que lo conozcáis… Porque procedo de él, y él mismo me envió. 

Magníficamente ha manifestado una y otra cosa. Afirma “procedo de él” porque, en cuanto Hijo, procede del Padre y cualquier cosa que es el Hijo procede de aquel cuyo Hijo es. Por eso llamamos “Dios de Dios” al Señor Jesús, y al Padre no lo llamamos “Dios de Dios”, sino sólo “Dios”; y llamamos al Señor Jesús “Luz de Luz”, y al Padre no lo llamamos “Luz de Luz”, sino sólo “Luz”. A esto, pues, se refiere lo que dijo: Procedo de él.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (Norte de África) y doctor de la Iglesia 
Sermón sobre el evangelio de Juan, n° 31, 3-4; CCL 36, 294-295 

Señor Jesús, tú que vives la ley del amor y la solidaridad de modo profundo, enséñame a mí a vivir continuamente en el amor al prójimo y en la solidaridad con el que sufre y con el hermano que yerra, para que sea yo una viva presencia, en medio del dolor, del consuelo que tú das al mundo por medio de tu Espíritu. Amén.

Consideraré qué cosas me faltan para ser solidario con el que sufre, especialmente con los más cercanos a mí. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: