El fútbol y sus valores


Ya comenzó el Mundial de fútbol y con él, por decisión propia o por inercia,  se modifican las agendas de la mayoría de las personas Son días de expectativa, de júbilo o dolor, según el desempeño de nuestra Selección Nacional a la que, de hecho, le auguramos lo mejor.

Sobre esta magna actividad, en 1985, el entonces Arzobispo de München, Mons. Joseph Ratzinger, hoy Papa emérito Benedicto XVI, escribió una interesante reflexión bajo el título: "El juego y la vida: sobre el campeonato mundial de fútbol" que traigo ahora a colación y que bien merece ser releído.

Empieza constatando como, con su periodicidad de cuatro años, el Campeonato Mundial de Fútbol demuestra ser una actividad que cautiva a cientos de millones de personas y no hay, casi ningún otro acontecimiento en la tierra, que alcance una repercusión de semejante nivel : "El pesimista dirá que es lo mismo que en la antigua Roma. La consigna de las masas rezaba panem et circenses, pan y circo. Pan y juegos son, mal que nos pese, el contenido vital de una sociedad decadente que no conoce ya objetivos más elevados. Pero aun cuando se aceptara este juicio, no sería en modo alguno suficiente."

Y continúa con una pregunta inquietante: ¿en qué estriba la fascinación del juego como para que llegue a ocupar un lugar de igual importancia que el pan?  y agrega: "Con la vista puesta en la antigua Roma podría responderse de nuevo que el grito de pan y circo es propiamente la expresión del anhelo por la vida del paraíso, por una vida de satisfacción sin fatigas y de libertad plenamente realizada. En efecto, este es, en última instancia, el contenido del concepto de juego: un quehacer del todo libre, sin objetivo y sin obligación, y un quehacer que, además, tensa y emplea todas las fuerzas del ser humano." En otras palabras, el juego es una especie de huida de la realidad.

Ahora bien, Ratzinger quiere llevarnos a otro nivel para rescatar el carácter del deporte como una experiencia que forma a las personas: el fútbol..." Obliga al hombre ante todo a disciplinarse, de modo que, por el entrenamiento, adquiera la disposición sobre sí mismo, por tal disposición superioridad, y por la superioridad libertad. Pero después le enseña también la cooperación disciplinada: como juego de equipo, el fútbol lo obliga a un ordenamiento de lo propio dentro del conjunto." 

Respecto a los espectadores, que somos la inmensa mayoría, se destaca el valor de la unidad  y la fraternidad que el juego potencia. 

Este acercamiento positivo no ignora el hecho, que en torno al evento  puede  darse cierta perversión por un fuerte impulso comercial que somete todo eso,  a la sombría apetencia del dinero, "y el juego deja de ser tal para transformarse en una industria que suscita un mundo de apariencia de dimensiones insospechadas."

También Juan Pablo II insistía en  las potencialidades educativas y espirituales del deporte,  y llamaba a los creyentes  y a los hombres de buena voluntad  a que se unan "y contribuyan a superar cualquier desviación que pudiera producirse en él, considerándola un fenómeno contrario al desarrollo pleno de la persona y a su alegría de vivir. "

Recuperemos pues la esencia de estas justas deportivas, promovamos con nuestros familiares y amigos la alegría de compartir, apoyemos a nuestra Selección con entusiasmo y que esta unidad  se haga presente en todas las dimensiones de la vida nacional. Evitemos todo derroche. 

Fuente:
Oficina de Comunicación - Curia Metropolitana