Signo de servicio y comunión


Junto a otros arzobispos metropolitanos nombrados durante el último año, el pasado 29 de junio, Solemnidad de San Pedro y San Pablo, recibí el “palio” de manos del Papa Francisco. 

Cada año, en la fiesta de Santa Inés (21 de enero), el Papa bendice unos corderos de los que se esquila la lana con la que se confeccionan los palios que son, una faja de lana blanca, elaborada en forma de collar con dos extremidades que bajan una por el pecho y otra por la espalda y que lleva bordadas seis cruces de seda negra.

Hasta aquí, pareciera que hablamos, en estricto sentido, de una insignia u ornamento litúrgico que expresa autoridad y jurisdicción territorial y, no faltará quien, de modo subjetivo, verá en ella, a los sumo, un atuendo más.

El lenguaje de los signos siempre ha acompañado al ser humano y como tal, es necesario interpretarlo. En el caso de la vestimenta, hablamos de una extensión de la persona en su relación institucional o social. El “uniforme” o traje relativo a un oficio o empleo comporta una identificación y hasta una función práctica. 

Al hablar del palio nos referimos a un signo de la unidad entre los pastores de las Iglesias particulares con el Sucesor de Pedro, Obispo de Roma y es, también, una invitación a los sacerdotes y a los fieles de las diócesis a fortalecer una auténtica comunión con sus pastores y con todos los miembros de la Iglesia.

Al imponerse o colocarse en una celebración conjunta a otros nuevos arzobispos se expresa, del mismo modo, la universalidad y catolicidad de la Iglesia unida, en y desde, la Sede Apostólica. 

Por esta razón, en la imposición del palio a los nuevos metropolitanos el año pasado, el papa Francisco manifestó: “El palio es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, «principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión» (Lumen gentium, 18). Y vuestra presencia hoy, queridos hermanos, es el signo de que la comunión de la Iglesia no significa uniformidad. El palio, siendo signo de la comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia universal, con el Sínodo de los Obispos, supone también para cada uno de vosotros el compromiso de ser instrumentos de comunión… servidores de la unidad.”

El Papa ordinariamente destaca que a nosotros los obispos “compete más el servir que el dominar”… “Episcopado efectivamente es el nombre de un servicio, no de un honor. Siempre en servicio, siempre el servicio”. 

Con el Palio, como signo, hemos recibido del Papa, nuevamente, el llamado a trabajar sin reservas por el   Reino de Dios. Incluso, nos ha dicho en esta celebración: “Sígueme en el anuncio del Evangelio a todos, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y da confianza en la fidelidad de Dios. ¡Tú sígueme!”

Con compromiso renovado, doy gracias a Dios por confiarme este ministerio e invito, nuevamente, a los sacerdotes y fieles arquidiocesanos a orar por éste su servidor para que, con vitalidad y ánimo, continúe asumiendo esta gran responsabilidad. 

Fuente:
Oficina de Comunicación - Curia Metropolitana