Evangelio del Día - Martes 12 de agosto de 2014


Tiempo litúrgico: Ordinario (verde)

Santoral


Primera Lectura: Ezequiel 2, 8-3, 4
"Me dio a comer el volumen, y me supo en la boca dulce como la miel"

Así dice el Señor: Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy." Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. Y me dijo: Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel." 

Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy." Lo comí, y me supo en la boca dulce como la miel. Y me dijo: Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras."

Salmo Responsorial: 118
"¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!"
  • Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas.
  • Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros.
  • Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
  • ¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!
  • Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón.
  • Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

Evangelio: Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
"Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños"

En aquel momento, se acercaron los discípulos de Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 

Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? 

Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la pérdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños."

Reflexión

Dos grandes enseñanzas nos vienen de este pasaje de la Escritura. 

El primero nos ayuda a entender que la grandeza del hombre, contrariamente a lo que el mundo nos diría, no está en ser el más importante (de la oficina, de la escuela, de la ciudad, del mundo), sino en el vivir con sencillez la vida, como lo hace un niño. El niño no se afana por estas ideas de nosotros los adultos. Su mundo infantil está lleno de pequeñas cosas, de sencillez, de mansedumbre y de inocencia. 

El segundo, y que quizás hoy tiene una importancia capital, es el cuidado que debemos tener con los niños, sobre todo, en su formación. Nuestros niños crecen hoy expuestos a muchos y graves peligros en su formación. La televisión, los videojuegos, la falta de atención de muchos padres que, bajo la premisa del trabajo de ambos, los dejan crecer sin mucha tutela, hacen que nuestros pequeños pierdan rápidamente la inocencia; los hacemos adultos en unos cuantos años. 

Y lo más grave, es que se hacen adultos con criterios, muchas veces, contrarios al Evangelio. Su mundo hoy está formado por monstruos espaciales, armas, guerras, mujeres que distan mucho de ser el ideal femenino y una gran violencia. Es necesario que tomemos con seriedad lo que hoy nos dice Jesús: “El Padre no quiere que ninguno de estos niños se pierda”. La pregunta que surge es: Y tú, ¿qué vas a hacer? 

Acción

Tu Palabra Señor, siempre es como un bálsamo suave que cubre mi vida de bendiciones, es el faro que me guía a puerto seguro y mi asidera en tiempos de tribulación. Háblame, Señor, por medio de ella y que tu Espíritu Santo me inspire constantemente y me haga sentir la grave necesidad que tengo de ella, para no apartarme de ti y meditarla despierto y aún mientras duermo.

Hoy meditaré e intentaré memorizar una parte del Salmo 19. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Fuente:
Evangelización Activa
Evangelio del Día