Evangelio del Día - Viernes 8 de agosto de 2014


Tiempo litúrgico: Ordinario (verde)

Santoral



Primera Lectura: Nahúm 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7
"Ay de la ciudad sangrienta"

Mirad sobre los montes los pies del heraldo que pregona la paz, festeja tu fiesta, Judá; cumple tus votos, porque el criminal no volverá a pasar por ti, pues ha sido aniquilado. Porque el Señor restaura la gloria de Jacob y la gloria de Israel; lo habían desolado los salteadores, habían destruido sus sarmientos. 

Ay de la ciudad sangrienta, toda ella mentirosa, llena de crueldades, insaciable de despojos. Escuchad: látigos, estrépito de ruedas, caballos al galope, carros rebotando, jinetes al asalto, llamear de espadas, relampagueo de lanzas, muchos heridos, masas de cadáveres, cadáveres sin fin, se tropieza en cadáveres. 

Arrojaré basura sobre ti, haré de ti un espectáculo vergonzoso. Quien te vea se apartará de ti, diciendo: "Desolada está Nínive, ¿quién lo sentirá?; ¿dónde encontrar quien te consuele?"

Salmo Responsorial: 32
"Yo doy la muerte y la vida."
  • El día de su perdición se acerca y su suerte se apresura, porque el Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos.
  • Pero ahora mirad: yo soy yo, y no hay otro fuera de mí; yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo.
  • Cuando afile el relámpago de mi espada y tome en mi mano la justicia, haré venganza del enemigo y daré su paga al adversario.

Evangelio: Mateo 16, 24-28
"¿Qué podrá dar un hombre para recobrar su vida?"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla? 

Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad."

Reflexión
"Él que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo”

Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, mas muy pocos que lleven su cruz. Tiene muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación. Encuentra muchos compañeros para la mesa, y pocos para la abstinencia. Todos quieren gozar con El, mas pocos quieren sufrir algo por El. Muchos siguen a Jesús hasta el partir del pan (Lc 24,35), más pocos hasta beber el cáliz de la pasión (Mt 20,22). Muchos honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la cruz. Muchos aman a Jesús, cuando no hay adversidades. Muchos le alaban y bendicen cuando reciben de El algunas consolaciones: mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, caerían en una profunda desesperación.

Más los que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no por alguna propia consolación suya, lo bendicen en toda tribulación y angustia del corazón, tanto como en tiempo de consolación. Y aunque nunca más les quisiese dar consolación, siempre le alabarían, y le querrían dar gracias. ¡Oh! ¡Cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio provecho o interés!

Imitación de Cristo, tratado espiritual del siglo XV. Libro II, cap. 11

Acción

Señor, gracias por todo aquello que me enseñas a través de las personas que no me son tan gratas, de las que me incomodan; pues sé que te son instrumentos para hacerme crecer, para enseñarme, entre otras cosas, el amor, la paciencia, la misericordia. Tú, Señor, eres mi escudo y fortaleza, eres mi gloria y quien mantiene alzada mi cabeza.

Hoy seré mucho más paciente y tendré más amor por aquellos de mi entorno que me molestan, pues pondré atención en cómo Dios los usa para acariciarme con su mano tierna de pastor. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Evangelio del Día