Lecturas - Miércoles 7 de enero de 2015


Tiempo litúrgico: Navidad
Color: Blanco

Santoral


Primera Lectura: I Juan 4,11-18
"Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros"

Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. 

Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.

Salmo Responsorial: 71
"Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra."
  • Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
  • Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.
  • Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

Evangelio: Marcos 6,45-52
"Lo vieron andar sobre el lago"

Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. 

Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. 

Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo." Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender."

Reflexión

Cuando las olas de la vida se levantan con ímpetu sobre nuestra pobre vida, incluso nos puede parecer que el mismo Jesús pasará de largo dejándonos a merced del viento.

El evangelio de hoy nos muestra que Dios siempre está con nosotros, que "viendo nuestros esfuerzos" por alcanzar la orilla, se pone en camino para rescatarnos y llevarnos a puerto seguro. Es importante darnos cuenta del esfuerzo que estaban haciendo los discípulos.

Lo mismo Dios nos pide simplemente cooperar a su gracia, que no es otra cosa que hacer lo que está en nuestras manos, con la confianza puesta en que él mismo completará la obra y nos sacará de la crisis. Por ello, nunca te sientas ni solo ni defraudado, las crisis nos sirven para crecer y para aprender a confiar totalmente en Dios. 

Acción

Señor, tu inconmesurable amor ha echado fuera de mí mis grandes miedos, el miedo a la muerte, pues sé que solo es la entrada a la eternidad contigo; el miedo a la desaprobación de la gente, pues lo que más me importa es lo que tú piensas de mí. Sin embargo, reconozco que aún hay temores arraigados y de los cuales estoy seguro de que la razón es que no he dejado que la seguridad de tu amor penetre hasta esas áreas; por eso, Dios mío, te entrego mis temores y te pido que los tornes en un derramamiento profundo y sanador por tu gran amor.

Hoy rechazaré cada sensación de temor en mi vida y por cada una de esas sensaciones traeré a mis labios la frase: "Gracias, Señor, por tu gran amor". 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelio del Día - Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica