Lecturas - Miércoles 25 de febrero de 2015

Tiempo litúrgico: Cuaresma
Color: Morado


Santoral
· Beata Maria Ludovica de Angelis
· Santos Victorino y Compañeros Mártires

Primera Lectura: Jonás 3,1-10
"Los ninivitas se convirtieron de su mala vida"

Vino la palabra del Señor sobre Jonás: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo." Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: "¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!" Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. 

Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: "Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos." 

Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Salmo Responsorial: 50
"Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias."
  • Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
  • Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
  • Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Evangelio: Lucas 11,29-32
"A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás"

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. 

Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás."

Reflexión
Yo soy Nínive

Nuestro primer paso de conversión tiene que darse en la confianza. Corremos el peligro de no fiarnos de Dios y utilizar la desconfianza como medida de prevención espiritual. Fiarse de Dios por amor, sin ningún agarradero humano, sin seguridades ni siquiera espirituales, es de valientes en la fe. 

Como lo fueron, en realidad, aquellos ninivitas que quemaron las naves y no se agarraron al resguardo y al recibo de su vida pasada. No digas nunca: hasta que el otro no se convierta, yo no empiezo; hasta que el otro no cambie, yo no cambio. 

Estás llamado a ser signo para muchos ninivitas que pululan alrededor tuyo y que incluso se sientan contigo los domingos, en el mismo banco de tu parroquia. Comencemos por convertir ese ninivita que todos llevamos dentro porque, de lo contrario, puestos a ser signo para los demás, no llegaremos ni a la altura de la sandalia del pobre Jonás.

Escrito por Comentarista 2 el 25 de febrero de 2015. Comentario de las Lecturas, Archidiócesis de Madrid (extracto)

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La gente seguía a Jesús fascinada por sus milagros y pidiendo una señal que les comprobara que era verdaderamente el Mesías. Hoy en día, todavía hay mucha gente que continúa buscando los milagros del Señor en lugar de buscar al Señor de los milagros. 

Día con día, Dios nos da signos de su presencia, de su amor, y nos invita a vivir en él, a confiar en él, a tenerlo verdaderamente como nuestro Dios y Señor. Basta abrir bien nuestros ojos, sobre todo los del corazón, y nos daremos cuenta que habita entre nosotros, que nos protege en nuestras dificultades, que ni un momento estamos solos. 

Los que no lo ven o no lo sienten cercano, generalmente es porque no oran. Si tú no quieres ser de los que se pasan la vida pidiendo a Dios "una señal", ora y como resultado: verás, oirás y amarás. 

Acción

Señor, concédeme tu luz para saber escucharte y para saber poner en práctica tu voluntad, anunciando, como Jonás, el arrepentimiento de nuestras faltas. Ayúdanos a saber responder a tu mandato con humildad, reconociéndonos pecadores y necesitados de tu misericordia, sabiendo que por tu amor siempre perdonas al que se arrepiente de corazón.

Hoy me acercaré con aquella persona que he ofendido y le pediré perdón de corazón, dejando que el Espíritu de Dios sea quien ilumine mis pasos al actuar con amor. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica