Lecturas - Viernes 13 de marzo de 2015


Tiempo litúrgico: Cuaresma
Color: Morado

Santoral

Primera Lectura: Oseas 14,2-10
"No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos"

Así dice el Señor: "Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." 

Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra; harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. 

Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos."

Salmo Responsorial: 80
"Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz."
  • Oigo un lenguaje desconocido: "Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré.
  • Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel!
  • No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto.
  • ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre."

Evangelio: Marcos 12,28b-34
"El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás"

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos." 

El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios." Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas."

Reflexión

Una de las cosas que todavía me sorprende es que cuando hacemos nuestro examen de conciencia empezamos siempre con el segundo mandamiento y pocas veces nos ponemos a reflexionar si realmente estamos cumpliendo con el primero ya que está a la base de todos los demás. 

¿Te has puesto a pensar sobre cuánto amas a Dios? La ley nos dice que se debe amar a Dios con todo el corazón, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas pero, ¿cómo? ¿Qué significa esto? El problema del amor es siempre el punto de referencia. El cristiano tiene como único punto de referencia a Cristo, es decir, al amar tenemos que hacerlo de la misma manera que él lo hizo: hasta dar la vida por el ser amado. 

El mandamiento expresado por la ley y por Cristo implicaría dar la vida por Dios, sin embargo, no vayamos tan lejos, preguntémonos hoy: ¿seríamos capaces de dejar de hacer algo que es pecado por amor a Dios? Si no somos capaces de dejar el pecado por amor a Dios, mucho menos lo seremos de donarle toda nuestra mente, todo nuestro corazón y todo nuestro ser para que en nuestra vida encuentre su gloria. ¿Qué tanto amas a Dios? ¡Pruébaselo! 

Acción

Señor, me asombra tu amor y tu misericordia; gracias por perdonar todas mi maldades, por aceptar mi arrepentimiento sincero y porque cada vez, a pesar de que caigo y no cumplo mi palabra, tú has aceptado nuevamente mi promesa de volverme a ti; cura, Dios mío, mis infidelidades.

En este día repasaré los mandamientos del Señor y confrontaré mi vida con ellos. Haré énfasis en los mandamientos que más he incumplido o pasado por alto y me haré consciente de cómo han afectado mi persona y la de los que me rodean. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Epíscopal de Costa Rica