Lecturas de la Misa y Reflexión sobre el Evangelio - Jueves 16 de abril de 2015


Tiempo Litúrgico: Pascua
Color: Blanco

Santoral: 


Primera lectura: Hechos de los apóstoles 5, 27-33
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo

En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: -«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.» 

Pedro y los apóstoles replicaron: - «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.

Salmo Responsorial: 33, 2 y 9. 17-18. 19-20 
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
  • Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
  • El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.
  • El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor.

Evangelio según san Juan 3, 31-36
El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. 

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Reflexión

Es interesante el binomio que utiliza San Juan en este pasaje. Fijémonos que dice: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida". De manera que no basta creer, sino que es necesario obedecer. 

Esto lo refiero pues hay algunos hermanos que dicen: "Yo creo en Dios, incluso yo creo en Jesucristo pero "no voy a misa"; o algunos otros: "Yo soy un buen cristiano, pero en lo que se refiere a mis negocios, sigo la "ley del más fuerte". Este abismo que se va creando entre fe y vida, entre creer y obedecer es el que hace que la resurrección de Cristo no se manifieste con fuerza en muchas comunidades. 

Es esencial creer, pero esto es fundamentalmente un don de Dios, pues quién puede creer que un hombre resucitó hace dos mil años y aún está vivo, si no es porque Dios se lo atestigua en el corazón; sin embargo, obedecer es una respuesta libre de nuestra voluntad a la fe en el Resucitado. Jesús nos probó que es Dios resucitando, probémosle que realmente creemos en su resurrección y en él mismo, llevando una vida conforme al Evangelio. Creo que es justo, ¿no?

Acción

Enséñame, Señor, por la acción de tu Espíritu Santo, a tener siempre la disposición de obedecerte; que mi corazón tenga esa tendencia natural de buscar lo que es correcto a tus ojos y de descubrir tu querer. Mi vida te pertenece, Dios mío, por eso te pido tu gracia para vivir siempre conforme a tu voluntad.

Buscaré aquella cosa que sé que a Dios le agrada y que a mí tanto me cuesta hacerla y la haré en este día.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Archidiócesis de Madrid - Evangelización Activa - Evangelio del Día
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica