Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Jueves 28 de mayo de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Blanco

Festividad de Jesucristo
Sumo y Eterno Sacerdote


Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Primera Lectura: Isaías 52, 13-53, 12
Él fue trasladado por nuestras rebeliones 

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. 

Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.

Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Salmo Responsorial 39, 6. 7. 8-9. 10. 11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
  • Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.
  • Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio.
  • Entonces yo digo: «Aquí estoy – como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
  • He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.
  • No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

Evangelio: Lucas 22, 14-20
Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: -«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» 

Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.» 

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

Reflexión

Dos acciones pueden ser consideradas como las propias del sacerdote ministerial: La Reconciliación y la celebración Eucarística. De manera particular, en la Eucaristía actualiza de nuevo la Cena y posibilita a la Iglesia comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo, elementos sin los cuales, como lo dice el mismo Jesús no se pude tener vida, no se puede resucitar. 

Jesús ha sellado una nueva alianza, una alianza de amor, por medio de la cual nosotros aceptamos ser su pueblo y él ser nuestro Dios. Aceptamos vivir de acuerdo al Evangelio y él nos promete darnos la gracia para ser verdaderamente felices. Con el amén que pronunciamos cuando el sacerdote levanta el cáliz con la sangre de Cristo y la patena con su cuerpo, estamos reafirmando este compromiso. 

Por eso, más que una aclamación, debería ser un grito jubiloso o un programa de vida. La próxima vez que participes en la Eucaristía, recuerda que después de la consagración, por medio de las palabras del sacerdote, ya no hay más pan ni más vino, sino el cuerpo y la sangre de Cristo, y que esto fue posible por el don que Dios les dio a sus apóstoles de ser con él también sacerdotes. ¡Qué gracia infinita ha donado Cristo a su Iglesia en los sacerdotes!

Oración

Señor, bendice a los Sacerdotes, bendice a esas personas realmente iguales a cualquiera, con sus luchas internas, con debilidades, errores y todo lo que supone la fragilidad humana, sin embargo, con una entrega total, con la capacidad de renunciar a todo por seguirte, por servirnos y por hacerte presente en el mundo. 

Llénalos de tus gracias y dones, guárdalos del mal y de todas las insidias del enemigo del Reino, dales una vida ejemplar y una muerte en tu santidad. Y que ese testimonio haga que muchos se sientan movidos a ser también tus siervos en el orden sacerdotal. Amén.

Acción

Hoy oraré específicamente por el sacerdote más cercano que tengo y durante todo el día pediré al Señor para que se incrementen las vocaciones en todo el mundo.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Archidiócesis de Madrid y Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica