Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Martes 14 de julio de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde

Santoral



Primera Lectura: Éxodo 2,1-15a
"Lo llamó Moisés, porque lo había sacado del agua"

En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo. Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba. 

La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró dentro, y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó: "Es un niño de los hebreos." Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: "¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?" Respondió la hija del Faraón: "Anda." La muchacha fue y llamó a la madre del niño. La hija del Faraón le dijo: "Llévate al niño y críamelo, y yo te lo pagaré." 

La mujer tomó al niño y lo crió. Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: "Lo he sacado del agua." Pasaron los años, Moisés creció, fue a donde estaban sus hermanos, y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos. Miró a un lado y a otro, y, viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena. 

Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable: "¿Por qué golpeas a tu compañero?" Él le contestó: "¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?" Moisés se asustó pensando: "La cosa se ha sabido." Cuando el Faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del Faraón y se refugió en el país de Madián.

Salmo Responsorial: 68, 3. 14. 30-31. 33-34
"Humildes, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón."
  • Me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente.
  • Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.
  • Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.
  • Miradlo, los humildes y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.

Evangelio: Mateo 11, 20-24
"El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras"

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: "¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. 

Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti."

Reflexión
Salir de la ceguera espiritual para reconocer los milagros que Dios obra en mi vida

Continuamos hoy leyendo el libro de Éxodo y continuamos intentando recorrer nosotros el mismo camino de liberación y vida que recorrió el pueblo de Israel. Hoy damos un paso más en nuestro recorrido y nos detenemos en una nueva salida. La segunda “salida” que propongo para que meditemos hoy es: Salir de la ceguera espiritual para reconocer los milagros que Dios obra en mi vida.

Podemos estar ante verdaderos milagros y no reconocerlos, como le ocurría a Corozaín y Betsaida. Hay tantos milagros sencillos que no apreciamos y nos pasan desapercibidos: el milagro de despertarnos cada día, el milagro de la salud, el milagro de tener cada día para comer, el milagro de conservar la fe, el milagro del encuentro con un amigo que hacía mucho tiempo que no veía, el milagro de poder dar amor a quienes me rodean…etc.

He tenido la suerte, como misionera consagrada, de estar cerca de un grupo de jóvenes universitarios que han viajado a Marruecos este verano de voluntariado. A la vuelta de esta experiencia muchos de ellos compartían como ese viaje les había ayudado a valorar mucho más todo lo que tenían. Estas experiencias de “salida” de “éxodo”, de nuestra rutina, de nuestras comodidades, nos ayudan a descubrir lo privilegiados que somos en muchos aspectos. Nos sacan de la queja y nos introducen en la gratitud. Este tipo de experiencias nos sacan de las aguas enturbiadas y nos rescatan como a Moisés, nos permiten ver lo afortunados que somos.

Quedémonos en este día con todas las cosas buenas que tenemos, demos gracias por ellas, valoremos los pequeños detalles. Salgamos de la rutina, no necesitemos viajar fuera para descubrir la belleza de todo lo que nos rodea. Expresémosle a Dios nuestra gratitud por todo lo que nos ofrece y nos brinda cada día y hagamos una oración por todos aquellos que no tienen todo lo que nosotros tenemos.

Escrito por Comentarista 11 el 14 de julio de 2015. Posteado en Comentario a las Lecturas, Sitio web Archidiócesis de Madrid.

Oración

Señor, sé que hay muchas cosas que no puedo cambiar, por eso te pido la asistencia de tu Santo Espíritu para no callar ante las injusticias.

Acción

Ya no haré cosas buenas que parezcan malas, ni cosas malas que parezcan buenas.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa y Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica