Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Jueves 2 de julio de 2015

Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde

Santoral


Primera Lectura: Génesis 22, 1-19
"El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe"

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:"¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré. "Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. 

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros." Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: "Padre." Él respondió: "Aquí estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abrahán contestó: "Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío." Y siguieron caminando juntos. 

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo." Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio "El Señor ve", por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve".

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrella del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido." Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.

Salmo Responsorial: 114
"Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida."
  • Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
  • Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: "Señor, salva mi vida."
  • El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó.
  • Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Evangelio: Mateo 9,1-8
"La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad"

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados." Algunos de los escribas se dijeron: "Éste blasfema." Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"? 

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa."" Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad."

Reflexión

En este pasaje Jesús nos hace ver la importancia de la comunidad en nuestra vida de conversión. 

Nos encontramos con un hombre que por sí solo no podía llegar hasta Jesús. Son sus amigos quienes han hecho posible que tuviera este encuentro. Cada uno de nosotros puede ser el instrumento para llevar a Jesús a aquellos que están impedidos para hacerlo. Y cuando me refiero a "impedidos", este impedimento no tendría que ser forzosamente físico. Hoy nos encontramos con tantos hermanos que, debido a una falta de formación religiosa o a experiencias negativas en su vida de fe, se encuentran "inválidos", de manera que no pueden caminar hacia una conversión profunda. 

Invitarlos con frecuencia a nuestras reuniones de oración, a nuestras asambleas, a un retiro, a una plática religiosa, a ir a misa con nosotros. En una palabra, facilitarles el camino hacia Jesús, es mostrarnos verdaderamente como amigos, como hermanos, como apóstoles en el sentido auténtico de la palabra. 

Creo que no hay una experiencia más gratificante que el llevar a una persona al encuentro con Jesús, de manera particular al sacramento de la confesión, en donde él escuchará, como este paralítico: "Ten confianza hijo, tus pecados te son perdonados", lo que le permitirá levantarse y caminar hacia la Luz.

Oración

Señor, al meditar este pasaje, como el de la multiplicación de los panes, puedo entender que derramas abundantes bendiciones cuando nos desprendemos de todo lo que poseemos. Por esto te pido que me des la libertad, que rompas las ataduras de las cosas materiales que no me dejan avanzar, para que, en los momentos de escasez, pueda también darte gracias por lo que tú me vas a dar como recompensa de mi fidelidad a ti en todo momento.

Acción

En oración profunda, ofreceré a Dios todos los bienes que poseo (materiales y a mi misma familia), poniéndolo todo en sus manos para que él haga lo que quiera con ello.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica