Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Lunes 7 de diciembre de 2015.


Tiempo Litúrgico: Adviento
Color: Blanco

Santoral



Primera Lectura: Isaías 35, 1-10
"Dios viene en persona y os salvará"

El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará." 

Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial. En el cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. 

Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro y los inexpertos no se extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.

Salmo Responsorial: 84
"Nuestro Señor viene y nos salvará."
  • Voy a escuchar lo que dice el Señor: "Dios anuncia la paz a su pueblo y sus amigos." La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra.
  • La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.
  • El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Evangelio: Lucas 5, 17-26
"Hoy hemos visto cosas admirables"

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. 

Él, viendo la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados." Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? 

Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables."

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este pasaje, recogido por el profeta al final del exilio, anima al pueblo a no desfallecer en su fe, sino a confiar plenamente en el Emmanuel, en el "Dios-con-nosotros", el Dios de la salvación. Generalmente al llegar a fin de año, después de todos nuestros esfuerzos, tanto económicos y físicos, así como espirituales, podemos terminar cansados o incluso, decepcionados, de que los resultados no hayan sido como los esperábamos. 

Esta lectura nos debe recordar las palabras de Jesús: "Vengan a mí, todos los que están cansados y agobiados, que yo los haré descansar". Dios no abandona, al contrario, está siempre atento a nuestras necesidades y sobre todo, pronto para fortalecer nuestro ánimo por medio de la acción del Espíritu Santo.

No desfallezcas, confía en el Señor que viene a salvarte, que viene para que tengas vida, y para que la tengas en abundancia.

Reflexión sobre el Evangelio

El tiempo de Adviento es un tiempo en que debemos de retomar fuerzas para el camino, pues aunque ya disfrutamos de la vida del Reino, nos hacemos conscientes que ésta aún no ha llegado a la realización definitiva, pero puede ser también tiempo para levantarnos de nuestra parálisis espiritual, o incluso de ser, como en el pasaje que acabamos de leer, el "instrumento" por el cual otros hermanos "paralizados" espiritualmente puedan reiniciar su camino y su crecimiento espiritual. 

La manera ordinaria en que se sale de esta parálisis es a través del sacramento de la Reconciliación. Es en este sacramento en donde se fortalecen nuestras rodillas vacilantes y desde donde podemos reiniciar nuestro crecimiento en la gracia y el amor de Dios.

Aprovecha, pues, este tiempo de Adviento, no sólo para participar tú mismo de este sacramento de amor, sino para invitar, sobre todo a los miembros de tu familia, a participar del sacramento y así celebrar con gozo la fiesta de la Navidad.

Oración

Señor, que la esperanza de tu venida me impulse a vivir de una manera diferente, que se me note en mi ánimo el saberme salvado.

Acción

Cambiaré mi rostro de amargura por un rostro de esperanza.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2016, Conferencia Episcopal de Costa Rica