Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 6 de enero de 2017.

Tiempo Litúrgico: Navidad
   Color del día: Blanco   

Santos del día:

(En Costa Rica la Epifanía se celebra el domingo 8)

Primera Lectura: Primera carta del apóstol san Juan (5, 5-13)
El Espíritu, el agua y la sangre.

Queridos hijos: ¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo se manifestó por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. 

Así pues, los testigos son tres: el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios vale mucho más y ese testimonio es el que Dios ha dado de su Hijo. 

El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí ese testimonio. El que no le cree a Dios, hace de él un mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado la vida eterna y esa vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida.

A ustedes, los que creen en el nombre del Hijo de Dios, les he escrito estas cosas, para que sepan que tienen la vida eterna.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Vencer al mundo no significa aquí derrotarlo como a enemigo, sino ganarlo como amigo, porque Dios quiere que todos los hombres se salven y envió a su Hijo para que el mundo se salve por él, por tanto, debemos entender que vencer al mundo significa ganarlo para Dios, así como Jesús se nos presenta como salvador por todos. Vence al mundo aquél que cree que Jesús nos muestra plenamente a Dios y no una parte de él como los antiguos profetas. 

El testimonio de Jesús lo ve la iglesia presentado en los sacramentos del bautismo y de la eucaristía, por eso Juan habla de la manifestación de Jesús mediante el agua y la sangre, porque son el momento de su bautismo y de su muerte los constitutivos de la realidad de la iglesia. 

Sin embargo, el Espíritu Santo es quien da testimonio de la filiación divina de Jesús, por eso nos decía San Pablo que el Espíritu es quien nos impulsa a llamar a Dios Abba y a Jesús Señor, porque es el Espíritu el que suscita la fe en nosotros a la predicación de Jesús y al llamado del Padre. Son el Espíritu Santo, el bautismo y la eucaristía los portadores y continuadores de la vida cristiana, pero también son el anticipo de la vida eterna a la que todos los hombres estamos llamados y que podemos hacer nuestra, mediante la docilidad al Espíritu Santo y la fidelidad al evangelio de Jesús.

Salmo responsorial (147, 12-13. 14-15. 19-20)
R/  Bendito sea el Señor. 
  • Glorifica al Señor, Jerusalén, a Dios ríndele honores, Israel. El refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu casa. R. 
  • El mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia tu hambre. El envía a la tierra su mensaje y su palabra corre velozmente. R. 
  • Le muestra a Jacob su pensamiento, sus normas y designios a Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo, ni le ha confiado a otro sus proyectos. R.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 7-11)
Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en tí mis complacencias.

En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.

Reflexión sobre el Evangelio

El texto que acabamos de leer se nos revela de forma maravillosa el misterio más profundo de Dios: La Santísima Trinidad. Es una maravillosa teofanía en la que Dios YHVH el Eterno, el Todopoderoso, el Señor, se revela como una Trinidad de personas anunciando que Jesucristo es su Hijo, al cual confirma con poder mediante el mismo Espíritu, vínculo de unidad entre el Padre y el Hijo. Este misterio trinitario no sólo se revela sino que en el bautismo cristiano infunde en nosotros el mismo misterio. El cristiano, según la promesa de Cristo es habitado por la Trinidad mediante el Espíritu Santo, que se derrama en nuestros corazones. 

Este Espíritu, nos hace llamar como Jesús a sus Padre, "Abba" papito, pero no sólo eso, sino que nos da la fuerza como se la dio a Jesús para realizar su misión. Cada uno de nosotros, igual que Cristo, tiene una misión y para realizarla es enviado por el Padre con la fuerza del Espíritu Santo, por lo que no tenemos excusa, pues Dios nos ha equipado con poder para ser padres de familia, sacerdotes, trabajadores honestos, gobernantes preocupados de sus ciudadanos, etc. 

Todos hemos recibido el mismo Espíritu que recibió Jesús desde el momento que nos bautizaron. El Espíritu nos ayudará en todas nuestras responsabilidades basta que lo alimentemos continuamente con la oración y la fuerza de los sacramentos y así podremos llegar al final de la vida, como Jesús y decir: "todo está cumplido".

Oración

Padre lleno de amor, que nos llamas constantemente a la vida eterna por medio de tu Hijo Jesucristo y el don de tu Espíritu, concédenos ser siempre dóciles a su llamado y fieles al evangelio de tu Hijo para que merezcamos, algún día, gozar eternamente en el cielo de la vida eterna que nos ofreces ya desde ahora en tu Hijo amado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Acción

El día de hoy seré fiel a Dios sirviendo a mis hermanos, sobre todo a los más cercanos a mí.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, Evangelio del Día, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A - 2017, Conferencia Episcopal de Costa Rica