Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 24 de noviembre de 2017


Tiempo Litúrgico: Ordinario
   Color del día: Rojo   

Santos del día:


          Primera Lectura
Lectura del primer libro de los
Macabeos (4, 36-37. 52-59)
Celebraron la dedicación del altar y
ofrecieron holocaustos con alegría.

En aquellos días, Judas y sus hermanos se dijeron: “Nuestros enemigos están vencidos; vamos, pues, a purificar el templo para consagrarlo de nuevo”. Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión. 

El día veinticinco de diciembre del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido, un sacrificio conforme a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas y platillos, precisamente en el aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El pueblo entero se postró en tierra y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al triunfo.

Durante ocho días celebraron la consagración del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas, y les pusieron puertas. La alegría del pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos quedó borrado.

Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante ocho días, con solemnes festejos, el aniversario de la consagración del altar.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Algo innato en el hombre es el dar gloria a Dios. Es por ello que todas las culturas de todos los tiempos, han tenido como algo muy preciado el Templo, pues, éste se identifica con el Lugar Santo, el lugar en donde la presencia de Dios se hace manifiesta. Hoy sabemos, por medio de la Revelación, que Dios no únicamente habita el templo material, sino que nosotros mismos somos ese templo. 

Por lo tanto, nuestro cuerpo debe ser un lugar consagrado y santo. Esto hace que los cristianos valoremos nuestro cuerpo, y el cuerpo de los demás, pues en él habita el Espíritu Santo. Pero al mismo tiempo, esa presencia interior nos lleva a valorar nuestro templo material, pues es en él en donde, de manera particular, cuando la Iglesia se reúne en asamblea litúrgica, se realiza la presencia de Dios para ser adorado y glorificado. 

Tengamos en gran estima no solo nuestros cuerpos, sino el templo de Dios y busquemos que siempre sea un lugar santo, en donde sus adornos y motivos nos recuerden nuestro compromiso bautismal y el misterio de la Pascua.

Salmo responsorial
(1 Crón 29, 10. 11abc. 11d-12a. 12bcd)
R/  Bendito seas, Señor, Dios nuestro. 
  • Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Jacob, desde siempre y para siempre. R. 
  • Tuya es la grandeza y el poder, el honor, la majestad y la gloria, pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. R. 
  • Tuyo, Señor, es el reino, tú estás por encima de todos los reyes. De ti provienen las riquezas y la gloria. R. 
  • Tú lo gobiernas todo, en tu mano están la fuerza y el poder y de tu mano procede la gloria y la fortaleza. R.

† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (19, 45-48)
Ustedes han convertido la casa de Dios
en cueva de ladrones.

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Reflexión sobre el Evangelio

San Pablo, escribiendo a los Corintios, nos dice que somos el templo del Espíritu Santo. Hoy Jesús nos dice que su casa, su templo, debe ser casa de oración. 

Pensemos por un momento si nuestra vida interior se puede considerar una casa de oración o es en realidad un lugar lleno del ruido del mercado del mundo que está gritando dentro de nosotros y buscando vendernos sus necias ideas.

Por qué no invitamos hoy a Jesús para que, con su poder y autoridad, eche fuera a todos estos gritones, ponga nuestra vida interior en paz y así se convierta, como lo fue en María Santísima, en un verdadero lugar de encuentro con Dios.

Oración

Señor, ayúdame, con la luz de tu Espíritu, a expulsar fuera de mí todo aquello que no te agrada, para que puedas habitar todas las áreas de mi ser.

Acción

Viviré cada Misa con mayor alegría, rezando, cantando y alabando a Dios, y recibiré con devoción la Sagrada Eucaristía.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A - 2017, Conferencia Episcopal de Costa Rica