Este es el secreto de la “vida bella” de María, según el Papa Francisco

El Papa reza a la Virgen Inmaculada. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

VATICANO, 08 Dic. 17 / 06:28 am (ACI).- “La Palabra de Dios”, ese era el secreto de la “vida bella” de la Virgen María, según explicó el Papa Francisco durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano este viernes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

El Santo Padre explicó que María no llamaba la atención: “es de familia simple, vivía humildemente en Nazaret, un pueblecito desconocido. No era famosa. Ni siquiera cuando el ángel la visitó nadie lo supo, aquel día no había ningún ‘reportero’”.

“La Virgen tampoco había tenido una vida agitada, pero sí preocupaciones y temores: ‘quedó turbada’, dice el Evangelio, y cuando el ángel se alejó de ella, los problemas aumentaron”.

Sin embargo, el Pontífice observó que en muchas representaciones pictóricas representan a María sentada delante del ángel con un pequeño libro en las manos. “Aquel libro es la Escritura. De esa manera, María estaba dispuesta a escuchar a Dios y a detenerse con Él. La Palabra de Dios era su secreto”.

El Papa señaló que hoy “la Iglesia, hoy, felicita a María llamándola toda bella, toda limpia”. “Hoy contemplamos la belleza de María Inmaculada”.

“El Evangelio, que narra el episodio de la Anunciación, nos ayuda a comprender aquello que celebramos, sobre todo por medio del saludo del ángel”, afirmó. “Él se dirige a María con una palabra, que no es fácil de traducir, que significa ‘colmada de gracia’, ‘creada de la gracia’, ‘llena de gracia’. Antes de llamarla María la llama ‘llena de gracia’, y así revela el nombre nuevo que Dios le ha dado”.

Francisco explicó que la expresión ‘llena de gracia’ significa que “María está rebosante de la presencia de Dios. Que está totalmente habitada por Dios, que no hay lugar en ella para el pecado”.

Se trata de algo extraordinario “porque todo el mundo, desgraciadamente, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros, si nos miramos al interior, podemos ver los lados oscuros. Incluso los más grandes santos eran pecadores, y toda realidad, incluso la más bella, está afectada por el mal: toda, excepto María”.

“Ella –continuó– es el único ‘oasis siempre verde’ de la humanidad, la única que no está contaminada, creada inmaculada para acoger plenamente con su ‘sí’ al Dios que venía al mundo para iniciar una nueva historia”.

El Santo Padre destacó que “cada vez que la reconocemos ‘llena de gracia’ le hacemos el cumplido más grande, el mismo que hace Dios”.

“Un bello cumplido que se le puede hacer a una señora es decirle, con cortesía, que demuestra una edad joven. Cuando le decimos a María ‘llena de gracia’, en un cierto sentido le estamos diciendo también eso, en un nivel más elevado. De hecho, la reconocemos siempre joven, porque no ha sufrido nunca el envejecimiento del pecado”.

“Sólo hay una cosa que envejece de verdad: no la edad, si no el pecado. El pecado envejece, porque agarrota el corazón. Lo cierra, lo hace inerte, lo hace sufrir. Pero la ‘llena de gracia’ está limpia de pecado”, concluyó.

Luego el Papa se dirigió a la imagen de la Virgen que corona el monumento a la Inmaculada Concepción y rezó con la siguiente oración:

Madre Inmaculada

Por quinta vez vengo a tus pies como Obispo de Roma, a rendirte homenaje en nombre de todos los habitantes de esta ciudad.

Queremos darte las gracias por los cuidados constantes con los que nos acompañas en nuestro camino, el camino de las familias, de las parroquias, de las comunidades religiosas; el camino de cuantos cada día, a veces con fatiga, atraviesan Roma para ir al trabajo; de los enfermos, de los ancianos, de todos los pobres, de tantas personas inmigrantes de tierras de guerra y de hambre.

Gracias porque, en cuento te dirigimos un pensamiento o una mirada, o un Avemaría fugaz, siempre sentimos tu presencia materna, tierna y fuerte.

Oh, Madre. Ayuda a esta ciudad a desarrollar los ‘anticuerpos’ contra algunos virus de nuestro tiempo: la indiferencia, que dice: ‘No me preocupa’; la mala educación cívica que desprecia el bien común; el miedo al diferente, al extranjero; el conformismo disfrazado de transgresión; la hipocresía de acusar a los demás mientras se hacen las mismas cosas; la resignación ante la degradación ambiental y ética; la explotación de tantos hombres y mujeres. Ayúdanos a rechazar estos y otros virus con los anticuerpos que vienen del Evangelio.

Haz que adoptemos el buen hábito de leer cada día un pasaje del Evangelio y, con tu ejemplo, custodiar en el corazón la Palabra, para que, como una buena semilla, de fruto en nuestra vida.

Virgen Inmaculada, hace 175 años, a poca distancia de aquí, en la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, tocaste el corazón de Alfonso Ratisbonne, y en aquel momento de ateo y enemigo de la Iglesia, se convirtió en cristiano. A él te mostraste como Madre de gracia y de misericordia.

Concédenos también a nosotros, especialmente en las pruebas y en las tentaciones, fijar la mirada en tus manos abiertas, que dejan descender sobre la tierra la gracia del Señor para librarnos de toda orgullosa arrogancia, para reconocernos como verdaderamente somos: pequeños y pobres pecadores, pero siempre hijos tuyos. Y así meter nuestras manos entre las tuyas para dejarnos llevar a Jesús, nuestro hermano y salvador, y al Padre celeste, que no se cansa nunca de esperarnos y de perdonarnos cuando regresamos a Él.

¡Gracias, oh, Madre, porque siempre nos escuchas! Bendice a la Iglesia que está en Roma, bendice a esta ciudad y al mundo entero.

Amén.

Fuentes:
https://www.aciprensa.com/noticias/este-es-el-secreto-de-la-vida-bella-de-maria-segun-el-papa-francisco-17791
https://www.aciprensa.com/noticias/esta-es-la-oracion-que-el-papa-francisco-rezo-ante-la-imagen-de-la-inmaculada-en-roma-34535