Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 6 de diciembre de 2017


Tiempo Litúrgico: Adviento
   Color del día: Morado   

Santoral:


          Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (25, 6-10)
El Señor preparará un banquete y
enjugará las lágrimas de todos los rostros.

En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. El arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.

En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

El tiempo mesiánico es una tiempo de salvación. Es la oportunidad que Dios nos da para ser salvados; es el tiempo esperado para que las tinieblas del pecado, que obstruyen nuestra visión y que no nos dejan ver la realidad como es verdaderamente, sean disipadas por la Luz del "Señor que viene". 

Esta era la esperanza de Israel y es "o debe ser" una realidad para cada uno de nosotros. El Adviento nos recuerda que el tiempo mesiánico ya es una realidad, pues el nacimiento de Jesús lo ha inaugurado. Debemos dejar que Dios mismo, por medio del Espíritu Santo, vaya arrancando de nuestra vida el velo que distorsiona nuestra visión, sobre todo, dentro de nuestra familia, en donde a veces juzgamos a la esposa o al esposo, a los hermanos o a los padres, de manera incorrecta. 

El tiempo de Adviento es un tiempo para abrir nuestros ojos a la bondad y, sobre todo, a la comprensión, solo así el tiempo mesiánico se realizará plenamente en nuestro medio.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a 3b-4. 5. 6.)
R/  Habitaré en la casa del Señor toda la vida. 
  • El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R. 
  • Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R. 
  • Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R. 
  • Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R.

† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (15, 29-37)
Jesús sana a muchos enfermos
y multiplica los panes.

En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”. Los discípulos le preguntaron: “¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?” Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”.

Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.

Reflexión sobre el Evangelio

Con qué facilidad se nos cierra el camino a los hombres: ¿Dónde conseguiremos pan para toda esta multitud? Con mucha frecuencia se nos pierde de vista que Jesús es Dios. 

Si él mandaba dar de comer es porque él mismo proveería la manera de hacerlo. En nuestro día de trabajo, de estudio, de actividad, debemos tener siempre presente que Dios nos acompaña, que nunca está lejos; que lo que para nosotros parece imposible, para Dios no lo es. Dios utiliza nuestros pocos y pobres recursos para satisfacer las necesidades humanas y espirituales de todos los que lo van siguiendo.

Pongamos a disposición del Maestro nuestros recursos humanos y espirituales y dejemos que lo imposible se haga realidad delante de nuestros propios ojos.

Oración

Señor, tú me has rescatado de una vida vacía, sin sentido, ni eternidad, para trasladarme a una vida plena, llena de propósito y eterna; por eso, Señor, me pongo a tu disposición para arrancar el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirás la muerte para siempre anunciando tu vida eterna; Señor Dios, enjuga las lágrimas de todos los rostros y borra de toda la tierra la afrenta.

Acción

Hoy buscaré descubrir las cosas positivas que hay en mi casa y en mi familia, seré comprensivo y no juzgaré por apariencias.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo B - 2018, Conferencia Episcopal de Costa Rica