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Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sábado, 20 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana III - Feria mayor.
   Color del día: Morado.  


Antífona de entrada
Cfr. Is 11, 1; 40, 5; Lc 3, 6

Un retoño brotará del tronco de Jesé, la gloria del Señor llenará la tierra y toda creatura verá la salvación de Dios.

Oración colecta

Dios de eterna majestad, que quisiste que la inmaculada Virgen María, por el anuncio del Ángel, recibiera en su seno a tu Palabra inefable y, convertida en morada de la divinidad, quedara llena del fuego del Espíritu Santo, haz, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, seamos capaces de estar humildemente sujetos a tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Mirad: la virgen está encinta

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor».

Entonces dijo Isaías:

«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6

R. Va a entrar el Señor,
él es el Rey de la gloria.
  • Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
  • ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
  • Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Llave de David, que abres las puertas del reino eterno, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas. R.

EVANGELIO
Concebirás en tu vientre
y darás a luz un hijo

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 1, 26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».

María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho. María, la llena de gracia, es la misma que dice sí al proyecto que Dios le presenta a través del ángel, es la misma que se reconoce, se hace y se asume esclava del Señor; es decir, que decide ponerse al servicio de la voluntad del Todopoderoso.

Y por el sí de María, por ese ‘cúmplase en mí’ o ‘hágase en mí’ lo que Dios ha dicho, todas las gracias de salvación que nos trae Jesús han venido al mundo, pues en Cristo, están todas esas gracias y María, por voluntad divina, ha sido el conducto o el medio para que Cristo viniese al mundo.

Pero el sí de María, fue dicho con las entrañas, fue dicho desde la profundidad del alma. Ese ‘hágase en mí’, fue dicho con todo su ser. En ella ningún pensamiento, ningún sentimiento, ninguna área o dimensión dijo no, a pesar del miedo o el desconcierto, nada en ella se opuso al plan de Dios.

¿Te das cuenta de la importancia de un sí transparente, de un sí rotundo, de un sí que abarque toda la persona? Y es que el sí de María, ha hecho que la historia humana se contara desde un antes y un después; ese sí es el parteaguas de la humanidad, el inicio de nuestra salvación y de la instauración del Reino de Dios en el mundo.

Y es que Dios solo necesita eso de ti; necesita ese ‘hágase’ dicho con todo tu ser o, al menos dicho, con el deseo de que surja de todo tu ser. Porque si un ‘sí’ a Dios ha cambiado la historia, con tus ‘sís’ profundos y sinceros, estoy seguro de que cambiarán, para bien, tu historia y la de quienes te rodean. 

Que en este camino hacia la celebración de la Navidad, puedas entrenarte en decirle sí y siempre sí a Dios; que en la oración del Padre nuestro, puedas decir ese ‘hágase’ cada vez con mayor conciencia y que ese ‘hágase tu voluntad’ pueda ir permeando todas tus decisiones, todas tus relaciones, tu presente y tu futuro y el futuro de quienes amas o te rodean. 

Ve practicando, para que cuando lleguen los momentos trascendentales de tu vida busques siempre la voluntad de Dios y no la tuya, y cuando Dios te dé una misión, tengas la fuerza, el deseo y el valor de decirle siempre ‘sí’.

Antífona de comunión
Cf. Lc 1, 31

Dijo el ángel a María: Has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir y a dar a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Protege, Señor, con tu divino auxilio a quienes has alimentado con el don celestial, para que, al deleitarnos con estos sagrados misterios, nos llene de gozo la paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).