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Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Domingo, 21 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana IV.
   Color del día: Morado.  



Antífona de entrada
Is 45, 8

Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la salvación; que la tierra se abra, y germine el Salvador.

Oración colecta

Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo

PRIMERA LECTURA
Mirad: la virgen está encinta

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor».

Entonces dijo Isaías: Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

1. La primera lectura es probablemente el más famoso y conocido oráculo del profeta; el que más veces se he reinterpretado en la historia del pueblo judío, y de las comunidades cristianas. Es un oráculo que tiene un contexto histórico bien definido: cuando el rey Acaz buscaba apoyos para su monarquía en los poderosos de este mundo, en Asiria concretamente, un imperio terrible, ante las amenazas de los reyes de Damasco y Samaría por quitarle el trono.

Entonces el profeta lo afronta con la gallardía que siempre tienen los profetas que saben leer en la vida las cosas de Dios. Precisamente lo que busca el rey será su condena; solamente cuando se es capaz de confiar en Dios, Jerusalén será liberada: "si no creéis, no subsistiréis".

2. Una muchacha muy joven (almah), ha concebido y dará a luz. Es el signo, el símbolo entrañable de lo que Dios promete por medio del hombre más lucido en la Jerusalén de aquellos días. Puede parecer irrisorio para el momento dramático y decisivo que se está viviendo. Está en juego el trono de Judá y, sin duda, el templo de Dios. si Dios mismo no tiene la respuesta; y desde el realismo socio-político eso no vale para nada.

Pero Dios no es inmune a lo que está sucediendo. Pide paz y sosiego, confianza y experiencia divina. Porque Dios puede sacar de la nada lo que los hombres son incapaces. Ahí queda el símbolo y, si queremos, la leyenda o el mito de lo religioso. Pero cuando se rehace la historia de las personas, de las familias o de los pueblos. comprobamos que lo que no tenía sentido sí lo tiene. Estas palabras de Isaías se cumplirían por medio de la madre joven que habría de dar un descendiente a Ajaz, Ezequías.

Los ejércitos de Israel y Damasco fueron derrotados por los asirios en el 732 a. C. La guerra sirio-efraimita fue un fracaso, incluso para Judá, que tuvo que pagar tributo a Asiria; pero la palabra profética se cumplió: un descendiente davídico seguiría ocupando el trono.

Salmo responsorial
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6

R. Va a entrar el Señor,
él es el Rey de la gloria.
  • Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
  • ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
  • Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.

SEGUNDA LECTURA
Jesucristo, de la estirpe
de David, Hijo de Dios

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 1, 1-7

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios, que fue prometido por sus profetas en las Escrituras Santas y se refiere a su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne, constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos: Jesucristo, nuestro Señor.

Por él hemos recibido la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe entre todos los gentiles, para gloria de su nombre. Entre ellos os encontráis también vosotros, llamados de Jesucristo.

A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados santos, gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Segunda Lectura

La segunda lectura es el comienzo, exactamente, de la carta más impresionante de Pablo, lo que se conoce técnicamente como el preescrito. El Apóstol de los gentiles les anuncia la buena nueva de Jesucristo: nacido de David según la carne y establecido en su poder por el Espíritu de Dios.

Las formulaciones de fe que Pablo recoge de la tradición anterior a él no obstan para poner de manifiesto la pasión verdadera por el evangelio de Dios; precisamente este hombre que antes fue perseguidor de los que confesaban a Jesús como el salvador. Ahora, en el cristianismo, Pablo entiende que en Jesucristo se han realizado las promesas de sus profetas, los que él había intentado conocer en profundidad en las escuelas rabínicas en las que se había formado en Damasco o en Jerusalén.

Y se atreve a más: Dios le ha llamado precisamente para que este nombre sea conocido hasta los confines de la tierra. Él ha dejado su antigua pertenencia a la fe judía, precisamente para que los paganos oyeran hablar de un Dios que siempre está con los hombres, y que los paganos, los ateos, los apóstatas, los que son dioses de ellos mismos, puedan escuchar la bondad y la generosidad de este Dios verdadero. Por eso no se avergüenza del evangelio.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 1, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya

Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, “Dios-con-nosotros”. R.

EVANGELIO
Jesús nacerá de María, desposada
con José, hijo de David

Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros»».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Hermanos, estamos en el último domingo de Adviento y el Evangelio nos presenta a un hombre silencioso, discreto, pero gigante en la fe: San José. Mateo nos lo describe con dos palabras que resumen toda su vida: justo y obediente. Y hoy, para cerrar el camino de Adviento que hemos venido haciendo este año, Jesús nos invita a mirar a José como el modelo de la fe que espera, que confía y que obedece, que es justo lo que necesitamos si queremos vivir una verdadera Navidad cristiana. 

Para prepararnos a esta fiesta, pero de manera especial para nuestro encuentro con el Señor, hemos hablado en los domingos anteriores de vigilar y de discernir. Ahora con José emprenderemos algo más: a esperar a que Dios muestre el camino. 

Es en esa escucha, donde Dios nos habla y nos muestra el camino. Esta escucha requiere un poco de silencio, no solo exterior, sino también interior, que permita que Dios nos hable del misterio que estamos celebrando. José escuchó a Dios y abrió su corazón y recibió a María Santísima. Esto dio paso a que la primera Navidad fuera el gozo no solo de la familia, sino de toda la humanidad. 

Y tú, ¿a quién tendrías que abrirle tu corazón para que esta Navidad fuera para ti y para los tuyos una maravillosa Navidad? Hermanos, que esta Navidad en nuestras casas no sea solo un recuerdo, ni una cena, ni un rito externo, sino el nacimiento de Cristo en el corazón que sabe esperar, que sabe escuchar y que se atreve a obedecer.

Para terminar nuestra preparación al nacimiento de Cristo, pidamos la gracia de tener una fe como la de José, una fe silenciosa, una fe firme, humilde y valiente. Recuerda, José creyó, esperó y obedeció. Y por eso Jesús pudo nacer en su casa. Que esta Navidad Él también pueda nacer en la nuestra. 


Antífona de comunión
Is 7, 14

Miren: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el nombre de Emmanuel.


Oración después de la comunión

Habiendo recibido esta prenda de redención eterna, te rogamos, Dios todopoderoso, que, cuanto más se acerca el día de la festividad que nos trae la salvación, con tanto mayor fervor nos apresuremos a celebrar dignamente el misterio del nacimiento de tu Hijo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Frailes Dominicos de España, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).