Evangelio de hoy - 27 de abril, 2011

El resucitado caminando hacia Emaús
EVANGELIO DE HOY 

Miércoles 27 de Abril de 2011



Evangelio: Lucas 24, 13-35
"Lo reconocieron al partir el pan"

El mismo día de la resurrección, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: « ¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?» Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?» El les preguntó: «¿Qué ha pasado?» Ellos respondieron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Es cierto que algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo como las mujeres decían; pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué torpes son para comprender, y qué duros son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar al pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: « ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos los demás, que decían: «Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón». Ellos, por su parte, contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Reflexión

San Lucas, en este pasaje, sintetiza lo que ya desde el principio de su evangelio ha venido diciendo: Dios se ha acercado a nosotros, nos ha salido al camino haciéndose uno de nosotros. Los judíos no lo reconocieron, ni tampoco ahora lo reconocieron los mismos discípulos. Dejando el cielo se puso a caminar con el hombre, para instruirlo en el camino de la vida pero, como dirá San Juan: "los suyos no lo reconocieron, pero a los que lo reconocieron les dio el poder llegar a ser hijos de Dios".

Jesús continúa saliéndonos al encuentro de las formas más inusitadas: en un amigo, en los acontecimientos de todos los días, y ni qué decir en la Palabra de Dios, la oración y los sacramentos. Jesús ha tomado una opción por el hombre, y su deseo es acompañarnos hasta que lleguemos todos al cielo.

Si nuestros ojos están oscurecidos, pude ser porque, como los discípulos de Emaús, no creemos aún que está vivo y que tiene verdaderamente poder para cambiar nuestra vida. Pidamos todos los días al Espíritu Santo que abra nuestros ojos y que inflame nuestro corazón para descubrir cómo Jesús nos acompaña en nuestra diaria jornada.

Señor, te agradezco la oportunidad que me has dado de ser testigo de tu poder y de tu gran amor. Gracias, porque cuando yo estoy pidiendo limosna de bendiciones, de compañía, de amor... tú me respondes de una manera asombrosa y mucho mayor de lo que pudiera pedir o pensar. Úsame, Señor, para que los que están necesitados de tu presencia y de la fe en ti, pueda yo mostrarles tu poder inconmensurable y de ese modo puedan orientarse del todo a ti y que puedan vivir su vida andando, saltando y alabándote.

Este día buscaré a alguien necesitado y en el nombre de Jesús le daré mucho más de lo que necesita.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 
Pbro. Ernesto María Caro.