Evangelio del Día - Martes 8 de julio de 2014


Tiempo litúrgico: Ordinario (verde)

Santoral



Primera Lectura: Oseas 8, 4-7. 11. 13
"Siembran viento y cosechan tempestades"

Así dice el Señor: "Se nombraron reyes en Israel sin contar conmigo, se nombraron príncipes sin mi aprobación. Con su plata y su oro se hicieron ídolos para su perdición. Hiede tu novillo, Samaria, ardo de ira contra él. ¿Cuándo lograréis la inocencia? Un escultor lo hizo, no es dios, se hace añicos el novillo de Samaria. 

Siembran viento y cosechan tempestades; las mieses no echan espiga ni dan grano, y, si lo dieran, extraños lo devorarían. Porque Efraín multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares. Aunque les dé multitud de leyes, las consideran como de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman la carne, al Señor no le agradan. Tiene presente sus culpas y castigará s us pecados: tendrán que volver a Egipto."

Salmo Responsorial: 113
"Israel confía en el Señor."
  • Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas.
  • Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen.
  • Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan. Que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos.
  • Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo.

Evangelio: Mateo 9, 32-38
"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos."

En aquel tiempo llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó el demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: "Nunca se había visto en Israel cosa igual". En cambio, los fariseos decían: "Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios". 

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, "como ovejas que no tienen pastor". Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies."

Reflexión
“Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos..., 
proclamando la Buena Noticia del Reino”

La presencia de los fieles cristianos en los grupos humanos ha de estar animada por la caridad con que Dios nos amó, que quiere que también nosotros nos amemos unos a otros (Jn 4,11). En efecto, la caridad cristiana se extiende a todos sin distinción de raza, condición social o religión; no espera lucro o agradecimiento alguno; pues como Dios nos amó con amor gratuito, así los fieles han de vivir preocupados por el hombre mismo, amándolo con el mismo sentimiento con que Dios lo buscó. 

Pues como Cristo recorría las ciudades y las aldeas curando todos los males y enfermedades, en prueba de la llegada del Reino de Dios, así la Iglesia se une, por medio de sus hijos, a los hombres de cualquier condición, pero especialmente con los pobres y los afligidos… Participa en sus gozos y en sus dolores, conoce los anhelos y los enigmas de la vida, y sufre con ellos en las angustias de la muerte. A los que buscan la paz desea responderles en diálogo fraterno ofreciéndoles la paz y la luz que brotan del Evangelio.

Trabajen los cristianos y colaboren con los demás hombres en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales. Entréguense con especial cuidado a la educación de los niños y de los adolescentes… Tomen parte, además, los fieles cristianos en los esfuerzos de aquellos pueblos que, luchando con el hambre, la ignorancia y las enfermedades, se esfuerzan en conseguir mejores condiciones de vida y en afirmar la paz en el mundo…

La Iglesia, con todo, no pretende mezclarse de ninguna forma en el régimen de la comunidad terrena. No reivindica para sí otra autoridad que la de servir, con el favor de Dios, a los hombres con amor y fidelidad.

Concilio Vaticano II. Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia “Ad Gentes”, § 12 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

Acción

Señor, no dejes que mi vida se convierta en un desperdicio ni en un sembrar vientos; por tu gracia y amor instrúyeme para sembrar, en mi vida y en mi entorno, la semilla de la eternidad, esa semilla que ni el polvo ni la polilla destuyen y te pido que la riegues con tu agua de vida, el Espíritu Santo.

Hoy tendré un gesto de amor y caridad con alguien que se resiste a la fe y lo haré con la conciencia de que es una semilla de eternidad para él y los suyos. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de los sitios católicos:
Evangelización Activa
Evangelio del Día