Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Jueves 4 de junio de 2015

Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde

Santoral


Primera Lectura: Tobías 6,10-11;7,1.9-17;8,4-9a
"Dígnate apiadarte de ella y de mí, y haznos llegar juntos a la vejez"

En aquellos días, habían entrado ya en Media y estaban cerca de Ecbatana, cuando Rafael dijo al chico: "Amigo Tobías." Él respondió: "¿Qué?" Rafael dijo: "Hoy vamos a hacer noche en casa de Ragüel. Es pariente tuyo, y tiene una hija llamada Sara." Al llegar a Ecbatana, le dijo Tobías: "Amigo Azarías, llévame derecho a casa de nuestro pariente Ragüel." El ángel lo llevó a casa de Ragüel. Lo encontraron sentado a la puerta del patio; se adelantaron a saludarlo, y él les contestó: "Tanto gusto, amigos; bien venidos." Luego los hizo entrar en casa. Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero. 

Cuando se lavaron y bañaron, se pusieron a la mesa. Tobías dijo a Rafael: "Amigo Azarías, dile a Ragüel que me dé a mi pariente Sara." Ragüel lo oyó, y dijo al muchacho: "Tú come y bebe y disfruta a gusto esta noche. Porque, amigo, sólo tú tienes derecho a casarte con mi hija Sara, y yo tampoco puedo dársela a otro, porque tú eres el pariente más cercano. Pero, hijo, te voy a hablar con toda franqueza. Ya se la he dado en matrimonio a siete de mi familia, y todos murieron la noche en que iban a acercarse a ella. Pero bueno, hijo, tú come y bebe, que el Señor cuidará de vosotros." 

Tobías replicó: "No comeré ni beberé mientras no dejes decidido este asunto mío." Ragüel le dijo: "Lo haré. Y te la daré, como prescribe la ley de Moisés. Dios mismo manda que te la entregue, y yo te la confío. A partir de hoy, para siempre, sois marido y mujer. Es tuya desde hoy para siempre. El Señor del cielo os ayude esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz." Llamó a su hija Sara. Cuando se presentó, Ragüel le tomó la mano y se la entregó a Tobías, con estas palabras: "Recíbela conforme al derecho y a lo prescrito en la ley de Moisés, que manda se te dé por esposa. Tómala y llévala enhorabuena a casa de tu padre. Que el Dios del cielo os dé paz y bienestar." 

Luego llamó a la madre, mandó traer papel y escribió el acta del matrimonio: "Que se la entregaba como esposa conforme a lo prescrito en la ley de Moisés." Después empezaron a cenar. Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: "Mujer, prepara la otra habitación y llévala allí." Edna se fue a arreglar la habitación que le había dicho su marido. Llevó allí a su hija y lloró por ella. Luego, enjugándose las lágrimas, le dijo: "Ánimo, hija. Que el Dios del cielo cambie tu tristeza en gozo. Ánimo, hija." Y salió. Cuando Ragüel y Edna salieron, cerraron la puerta de la habitación. 

Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: "Mujer, levántate, vamos a rezar, pidiendo a nuestro Señor que tenga misericordia de nosotros y nos proteja." Se levantó, y empezaron a rezar, pidiendo a Dios que los protegiera. Rezó así: "Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por los siglos de los siglos. Que te bendigan el cielo y todas tus criaturas por los siglos. Tú creaste a Adán, y como ayuda y apoyo creaste a su mujer, Eva; de los dos nació la raza humana. Tú dijiste: "No está bien que el hombre esté solo, voy a hacerle alguien como él, que lo ayude." Si yo me caso con esta prima mía, no busco satisfacer mi pasión, sino que procedo lealmente. Dígnate apiadarte de ella y de mí, y haznos llegar juntos a la vejez." Los dos dijeron: "Amén, amén." Y durmieron aquella noche.

Salmo Responsorial: 127
"Dichosos los que temen al Señor."
  • Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
  • Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
  • Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Evangelio: Marcos 12,28b-34
"No hay mandamiento mayor que éstos"

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos." 

El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios." Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas."

Reflexión
Amar, tarea de la persona

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos”. Amar es la actividad esencial para crecer en humanidad. Hemos sido creados por amor y para el amor, hacerlo es el camino para la felicidad, la realización de la persona humana. Por ello es el mandamiento principal. No olvidemos, como nos recordaba San Juan Pablo II en la Encíclica “El esplendor de la verdad” n. 35: “Dios, que sólo El es bueno conoce perfectamente lo que es bueno para el hombre, y en virtud de su mismo amor se lo propone en sus mandamientos”. Los mandamientos de Dios no son una expresión “caprichosa” de Dios, sino expresión de aquello que es bueno para cada uno, es el camino de nuestra felicidad, aunque a veces nos cueste realizarlos en nuestra vida.

Hemos de vigilar sobre cómo amamos cada uno, porque podemos llamar amor a cosas que sólo son una sobra de aquel amor que está en el origen de cada persona y para el que hemos sido creados. “El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre y recíprocamente” (San Juan Pablo II, “Carta a las Familias” 11). Se trata entonces de una entrega, pero no de algo de lo que somos o poseemos, sino de nuestras personas. 

Por ello nos recuerda el Señor en el Evangelio de hoy cómo hemos de amar “con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Amar es algo que sólo hace la persona y sólo lo hace como es una persona que es alma y cuerpo. No hay dimensión de alguna que pueda dejarse fuera de lo que entregamos: la memoria, la imaginación, los afectos, los deseos,… También de todo aquello de lo que disponemos: bienes, tiempo, talentos,… ¿Ponemos cada día todo en las manos de Dios? ¿Luchamos cada día por entregarnos un poco más? Es una escuela en la que terminamos de aprender.

San Josemaría solía repetir con frecuencia: tenemos un solo corazón para amar, con el mismo corazón que amamos a Dios amamos a los demás (esposo o esposa, hijos, padres, amigos,…). Por tanto, la vocación esencial al amor no puede excluir a nadie, porque si lo hiciera se endurecería mi corazón, también para amor a mi familia, a mis amigos. Ciertamente a lo largo de la vida nos encontraremos con personas a las que se nos hace más difícil quererles. Esto es normal. Sin embargo, no puedo renunciar a luchar por quererles. Siempre podré rezar por ellos, tener un trato amable, aunque nos devolvieran “una coz”. [ ... ]

Escrito por Comentarista 5 el 4 de junio, 2015. Posteado en Comentarios a las Lecturas, sitio web Archidiócesis de Madrid.

Oración

Señor, gracias por el don del amor y el don del matrimonio, por su medio, puedo dar todo lo que tengo y soy, y también maduro como individuo y aprendo a dar todo sin reservarme nada con tal de perfeccionarme en el amor. Ayúdame a vivir el amor como tú, hasta el extremo dando la vida, si ello es necesario. Amén.

Acción

Dedicaré unos momentos, junto a mi pareja, para recordar esos momentos en que nació el "amor". Y trabajaremos para que esa luz jamás se apague

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica