Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Sábado, 17 de mayo de 2025.


Tiempo Litúrgico: Pascua. Semana IV.
   Color del día: Blanco.  


Antífona de entrada
Cf. 1 Pe 2, 9

Pueblo adquirido por Dios, anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Aleluya.

Oración colecta

Oh, Dios, que en la solemnidad de la Pascua has dado al mundo los auxilios del cielo, continúa dispensando el perdón a tu Iglesia, para que lo realizado en el tiempo nos sirva para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Sabed que nos dedicamos a los gentiles

Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles 13, 44-52

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: «Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra»».

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.

Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Ha tenido lugar la Resurrección de Jesús y su efecto se difunde y reparte con gran Fuerza por todas partes; los Apóstoles y discípulos no pueden retener tal potencial de alegría que difunden la noticia impregnando todo de la Vida nueva de Jesús.

Todos predicaban y el Señor eligió a Pablo y Bernabé con especial misión: los judíos, las sinagogas.

Es tremendo y admirable el fenómeno de quiénes y cómo captan el Mensaje, la Gracia, la Luz y la invasión de la Vida en los corazones.

Dios desde siempre eligió a su pueblo, lo cuidó cómo las niñas de sus ojos, lo adiestró, lo rescató mil veces de sus caídas, lo salvó entregando Su vida… y a pesar de tantos cuidados, no supieron dar el salto, abrir el corazón, aceptar la novedad del Dios hecho hombre; les escandalizaba y perdieron su momento.

No los abandonó el Señor, sino que la Fuerza de la Vida plena tenía que continuar su expansión y seguía su camino hacia “los confines de la tierra”, porque la Salvación es para todos.

Los Gentiles, los demás que buscaban la Verdad, la Vida, el Amor en su interior, sin mirar su procedencia, su origen, su capacidad o elección, abiertos así a la Gracia, experimentaron el poder de la Resurrección y, siendo pobres, se sintieron salvados, gozaron de esta Fuerza y se convirtieron al Señor.

Salmo responsorial
Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4

R. Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.
  • El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
  • Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 8, 31b-32

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Si permanecéis en mi palabra – dice el Señor -, seréis de verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad. R.

EVANGELIO
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre

Lectura del santo Evangelio
según san Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

En estas pocas líneas Jesús revela el misterio más profundo de toda la existencia cristiana: La realidad de la Santísima Trinidad. Jesús en el Padre y el Padre en Jesús, pero lo más asombroso es que, con la fe en este misterio, aceptando que Jesús es realmente Dios, consustancial con el Padre, podemos nosotros hacer obras incluso mayores a las que él hizo.

Esto realmente nos sonaría increíble, pero si realmente reconocemos que Jesús es Dios y que, por lo tanto, su palabra es infalible, por lo que "cualquier cosa que pidamos en su nombre, él la hará.

Qué maravilla tener un Dios que todo lo puede y que basta con que pidamos para que él esté atento a nuestras peticiones. Sin embargo, quizás me dirás: "Yo ya he pedido mucho en su nombre, y nada se me ha concedido".

Yo te respondo: Es posible que lo hayas recibido de una manera que no esperabas, pues Dios conoce tu corazón y tu vida y sabe cómo y cuándo darnos lo que pedimos, pues también es Padre.

Recuerda que "todo conviene para los que aman al Señor", de manera que aun eso que no has recibido se convierte ya en un don de Dios que vela siempre por nosotros, y que nos da más allá de lo que podemos pensar o necesitar.

Antífona de comunión
Jn 17, 24

Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste. Aleluya.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Señor, después de recibir el don sagrado del sacramento, te pedimos humildemente que nos haga crecer en el amor lo que tu Hijo nos mando realizar en memoria suya. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Frailes Dominicos de España, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).