Tiempo Litúrgico: Pascua. Semana III.
Color del día: Blanco.
Memoria libre: Santa Luisa de Marillac.
Antífona de entrada
Ap 5, 12
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.
Oración colecta
Dios todopoderoso, concédenos, a los que hemos conocido ya la gracia de la resurrección del Señor, resucitar a la vida nueva por el amor del Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.
PRIMERA LECTURA
Ese hombre es un instrumento
elegido por mí para llevar mi
nombre a los pueblos
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles 9, 1-20
En aquellos días, Saul, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.
Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?».
Dijo él: «¿Quién eres, Señor?».
Respondió: «Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».
Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «Ananías».
Respondió él: «Aquí estoy, Señor».
El Señor le dijo: «Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».
Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le dijo: «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Este hermoso y ya conocido pasaje de la conversión de San Pablo, nos presenta diversos elementos para nuestra reflexión. Uno de ellos es la reacción contraria de Ananías a bautizar a San Pablo y la obediencia total a la propuesta de Dios.
Es importante el reflexionar en ello, pues con frecuencia ocurren este tipo de situaciones en nuestra vida en las cuales nosotros, humanamente, pensaríamos que las cosas debían ser o hacerse de una determinada manera, sin embargo, Dios puede tener una forma distinta de pensar.
Esto ocurre cuando, como en el caso de San Pablo, es necesario trabajar, cooperar, convivir con alguien que por su conducta o actitud hacia nosotros o hacia nuestras personas queridas no ha sido correcta.
Recordemos que todos hemos sido llamados a crecer en el amor y que muchas veces una sonrisa, el tender la mano, simplemente el saludar, puede ser el elemento por el cual Dios pueda acercarse a quien hasta ahora, por su ceguera espiritual, lo ha rechazado. Seamos dóciles a la voz del Espíritu.
Salmo responsorial
Sal 116, 1. 2
R. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.
- Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.
- Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Aclamación antes del Evangelio
Jn 6, 56
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El que como mi carne y bebe mi sangre – dice el Señor – habita en mí y yo en él. R.
EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida,
y mi sangre es verdadera bebida
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: – «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: – «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
En esta cita se encuentra la médula del significado y del valor de la Eucaristía. Jesús dice: "el que no coma y beba no tendrá vida", por ello, lo primero que surge es que este alimento espiritual no es "optativo", es algo que se exige si verdaderamente se quiere tener la "Vida" y aspirar a la resurrección Eterna.
El efecto de este pan de vida, es la unión y permanencia con Jesús. De manera que el pan se convierte en la savia que da vida a nuestra vida injertada en Cristo.
Juan 15 nos dice Jesús que de la misma manera que el sarmiento lo hace con la vid, nosotros debemos permanecer unidos a él. Es decir, no se trata de estar a ratitos (ser cristiano de momentos), sino de una permanencia.
Aclara, para que no haya dudas, que el pedazo de pan que se consagra en la Eucaristía es verdaderamente su cuerpo. Es decir, no es una presencia "simbólica", como dicen algunos o meramente espiritual, sino que es real y substancialmente su cuerpo y su sangre.
Finalmente, y como consecuencia de esto, se trata de comer, de masticar (el verbo griego que usa San Juan es "trogon" significa morder, masticar; de darnos cuenta que estamos "comiendo" a Jesús y que esto es precisamente lo que nos da la vida.
Te invito a que este domingo, en la celebración eucarística tengas la experiencia de "comer", de "masticar" a Jesús. Que te hagas consciente de lo que comes y que te unas íntimamente, como el sarmiento a la vid, a Jesús.
Antífona de comunión
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Señor, después de recibir el don sagrado del sacramento, te pedimos humildemente que nos haga crecer en el amor lo que tu Hijo nos mandó realizar en memoria suya. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración
Señor, haz de mí un verdadero siervo y apóstol tuyo, que con mi vida pueda llevarte a las situaciones y circunstancias más inusitadas.
Y cuando por mi ceguera, Señor, no pueda descubrir tu plan maravilloso para mi vida, envía a un servidor tuyo para que me ayude a regresar a tu luz admirable, recupere las fuerzas y me ponga a predicar, afirmando que tú eres el Hijo de Dios.
Acción
Este día buscaré a las personas con las que normalmente tengo más diferencias y les demostraré que en realidad las amo.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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