Tiempo Litúrgico: Navidad.
Color del día: Blanco.
Día III octava de la Natividad del Señor.
Fiesta: San Juan, apóstol y evangelista.
Antífona de entrada
Este es Juan, que durante la cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor: apóstol bienaventurado, a quien fueron revelados los secretos divinos y difundió la palabra de vida por toda la tierra.
Gloria
Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Oración colecta
Dios nuestro, que por medio del apóstol san Juan nos revelaste los misterios de tu Palabra hecha carne, concédenos la gracia de comprender con claridad lo que él nos enseñó tan admirablemente. Por nuestro Señor Jesucristo
PRIMERA LECTURA
Eso que hemos visto y oído
os lo anunciamos
Comienzo de la primera carta
del apóstol san Juan 1, 1-4
Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.
Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12
R. Alegraos, justos, con el Señor.
- El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.
- Los montes se derriten como cera ante el señor, ante el Señor de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
- Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos; a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor. R.
EVANGELIO
El otro discípulo corría más que Pedro;
se adelantó y llegó primero al sepulcro
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 20, 1 a. 2-8
El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. Qué delicadeza tiene este santo varón para narrar lo sucedido y para comportarse frente a lo acontecido. En primer lugar, no se llama Juan a sí mismo, cuando habla de sí en el Evangelio, sino que habla del discípulo amado, para que también nosotros, que somos discípulos amados, podamos comprendernos dentro de la escena y también nosotros con san Juan podamos ver y creer.
En segundo lugar, notemos como san Pedro y san Juan, salen corriendo juntos al sepulcro después de conocer el aparente robo del cuerpo de Jesús.
Evidentemente Juan llegó antes, pues era mucho más joven, pero a pesar de haber llegado, ha comprendido que se acercaba a un lugar santo y sin dejarse llevar por el impulso de constatar si era verdad la terrible noticia que le habían dado; ha sabido esperar a aquel que Jesús había constituido cabeza del colegio apostólico: ha sabido esperar a Pedro, aunque él haya llegado más rápido, le ha dado su lugar, ha respetado su ministerio y, por lo tanto, ha respetado el querer de Dios.
De esta manera el Señor nos enseña en el Evangelio que, aunque lleguemos o creamos llegar más rápido que Pedro o ahora su sucesor en turno, es necesario actuar como san Juan: reconocer el ministerio petrino, darle su tiempo a quien ahora desempeña dicho ministerio, dejar a un lado la pretensión de querer establecer qué tiene que decir, hacer o decir y cuándo tiene que hacerlo.
Esto es especialmente importante en estos tiempos en los que, a través de las redes sociales, somos informados o malinformados y una expresión puede causar gran confusión. Hermano, hermana, estate vigilante frente a todo aquello que te haga entrar en división con el sucesor de Pedro o con la Iglesia: una cosa es informarte y formarte un criterio, pero otra muy distinta es albergar la idea del distanciamiento con Roma.
Ese fue el camino de Lutero, nunca admitas la división con aquel que Cristo ha dejado como principio de unidad en la Iglesia, nunca dejes de orar por él; aunque llegue más tarde que tú, aunque no te guste cómo llega, aunque no lo veas llegar o aunque llegue antes que tú.
Seamos honestos, de lo que sabemos por los Evangelios, Juan tenía muchos más méritos que Pedro para entrar al sepulcro, para ponerse por encima de los demás e incluso para señalar a sus hermanos apóstoles, pero no lo hizo.
Y he aquí la tercera enseñanza que quiero recalcar y ahora en relación con todos los que te rodean. Al llegar al sepulcro, san Juan permaneció afuera, supo controlar sus impulsos, sus deseos y su querer y supo ordenar todo ello al querer de Jesús. Ese es el camino que tenemos que seguir para poder ser auténticos cristianos. Basta ya de querer imponer tu voluntad o querer ser reconocido o aplaudido.
Otros caminan contigo, reconoce su camino, reconoce su lugar y reconoce el tuyo frente a los demás: papás, jefes, coordinadores, cónyuge, hijos, amigos, maestros. Sean cuales sean tus relaciones, vívete en la verdad de lo que puedes ofrecerles y de lo que debes reconocer de cada una de ellas y solo así, podrás ir viendo, como san Juan, para poder creer las maravillas del proyecto de salvación de Dios.
Antífona de comunión
Jn 1, 14. 16
La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros, y de su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Concédenos, Dios todopoderoso, que, por esta Eucaristía que hemos celebrado, la Palabra hecha carne, predicada por san Juan, habite siempre en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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