Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 19 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana III - Feria mayor.
   Color del día: Morado.  

Memoria libre: Beato Urbano V, Papa.

Antífona de entrada
Cfr. Heb 10, 37

El que ha de venir, vendrá sin tardanza, y ya no tendremos nada que temer, porque él es nuestro Salvador.

Oración colecta

Señor Dios, que te dignaste revelar al mundo el esplendor de tu gloria mediante el parto de la Santísima Virgen, concédenos, te rogamos, poder honrar con fe íntegra el admirable misterio de la encarnación y celebrarlo siempre con nuestra generosa entrega. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
El nacimiento de Sansón
fue anunciado por el ángel

Lectura del libro de los
jueces 13, 2-7. 24-25a

En aquellos días, había en Sorá un hombre de estirpe danita, llamado Manoj. Su esposa era estéril y no tenía hijos.

El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:

«Eres estéril y no has engendrado. Pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, guárdate de beber vino o licor, y no comas nada impuro, pues concebirás y darás a luz un hijo. La navaja no pasará por su cabeza, porque el niño será un nazir de Dios desde el seno materno. Él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos».

La mujer dijo al esposo: 

«Ha venido a verme un hombre de Dios. Su semblante era como el semblante de un ángel de Dios, muy terrible. No le pregunté de dónde era, ni me dio a conocer su nombre. Me dijo: «He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino o licor, y no comas nada impuro; porque el niño será nazir de Dios desde el seno materno hasta el día de su muerte”».

La mujer dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. El espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Al acercarse la Navidad, la liturgia nos va proponiendo las diferentes imágenes que mantendrían siempre viva la esperanza del Mesías. En esta lectura Dios promete librar a su pueblo por medio de Sansón, de la tiranía que ejercían sus enemigos sobre ellos.

El Adviento debe, por ello, ser un tiempo en que se alimenta la esperanza de vernos liberados definitivamente de la tiranía del pecado sobre todos nosotros. Si bien es cierto que por los méritos gloriosos de Jesús hemos sido ya liberados del pecado, éste ejerce sobre nosotros su tiranía, buscando por medio de la tentación, seducirnos y mantenernos a su merced.

La oración, propia de este tiempo, debe hacer crecer el poder de Dios en nosotros, que vaya poniendo a raya la seducción del demonio y nos vaya llevando a una libertad más perfecta.

Jesús, es nuestro Mesías liberador pero, para que ejerza esa acción salvífica en nosotros, debemos darle más espacio en nuestra vida. Aprovecha, pues, este tiempo para aumentar tu diálogo amoroso con él, ábrele tu corazón y deja entrar el Evangelio a tu vida.

Salmo responsorial
Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17

R. Que se llene mi boca de tu alabanza
y así cantaré tu gloria.
  • Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
  • Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R.
  • Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu justicia, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Raíz de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ven a librarnos, no tardes más. R.

EVANGELIO
Gabriel anuncia el nacimiento
de Juan Bautista

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 1, 5-25

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.

Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.

Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.

Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.

Pero el ángel le dijo:

«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».

Respondiendo el ángel le dijo: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».

El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.

Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Zacarías e Isabel eran justos a los ojos de Dios y de edad avanzada. Nos dice la Palabra que Zacarías servía en el templo como sacerdote, cuando el ángel del Señor se le aparece cara a cara. Al verlo, Zacarías se asusta, pero el ángel le dice: ‘no temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada’. El ángel le estaba anunciando a Zacarías que su mujer le daría el hijo que juntos habían anhelado. 

Dios siempre cumple los anhelos del corazón cuando sabe que lo que deseamos tendrá un propósito superior. El Señor escuchó la súplica de Zacarías. ¿Te puedes imaginar cuánto tiempo de su vida se habría pasado Zacarías, orando y suplicando por ese deseo en su corazón de tener un hijo con Isabel? ¿Habrá tenido Zacarías idea de lo que Dios tenía destinado para su hijo Juan? Yo creo que no. 

Vamos a recordar y fijarnos, más a detalle, en el propósito que tenía Juan el Bautista: ser grande a los ojos del Señor, estar lleno del Espíritu Santo, convertir a muchos israelitas a Dios, ir delante del Señor con poder, prepararle a Jesús un pueblo dispuesto a recibirlo. ¿Cómo pensar que Dios no iba a concederle a Zacarías e Isabel engendrar a este niño que se convertiría en un hombre tan especial? 

Veamos ahora cuál es nuestra realidad, ¿cuál es el verdadero propósito de nuestras oraciones? Cuando oramos por algo, cuando tenemos un deseo en el corazón por un bien espiritual o material, ¿pensamos realmente en el propósito de esto que le estamos pidiendo a Dios? 

Supongo que pocas veces lo podemos llegar a tener claro. Nuestras oraciones, la mayoría de las veces, son oraciones de petición. Oramos porque necesitamos algo: un mejor trabajo, dinero, salud o algunas veces oramos porque queremos ganarnos la lotería para resolver todos nuestros problemas. Pero ¿será que con eso que estamos pidiendo se cumpla el propósito de Dios? Es decir, eso que tan insistentemente le pedimos a Dios, ¿será su voluntad?

Zacarías e Isabel debieron haber pasado mucho tiempo orando por el deseo de su corazón, tanto así que, el día que el Señor respondió a su oración, Zacarías dudó: ‘¿cómo podré estar seguro de esto?’, se preguntaba, y eso mismo nos pasa a nosotros. Primero, no tenemos claro el propósito y al paso del tiempo, al no tener respuesta, dudamos. 

Debemos recordar que los tiempos y los pensamientos del Señor son infinitamente diferentes a los de nosotros. Bien dicen que la oración no se trata de pedir al Señor que cambie las cosas o las haga a nuestro modo, sino que se trata de pedirle que cambie nuestro corazón y nos ayude a aceptar su voluntad y el propósito que Él tiene para nosotros. 

Por eso es tan importante llevar una vida de oración profunda, no solo para pedir, sino para que Él nos ayude a entender con claridad el propósito. A veces nos damos por vencidos porque tarda y creemos que la respuesta de Dios es no, cuando quizá lo que Dios nos está diciendo es: todavía no; sigue orando, no te rindas. 

Antífona de comunión
Lc 1, 78-79

Vendrá a visitarnos de lo alto un sol naciente, Cristo el Señor, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Llenos de gratitud por los dones que hemos recibido, Dios todopoderoso, haz benignamente que anhelemos la salvación prometida, para honrar así, con un corazón purificado, el nacimiento de nuestro Salvador. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración

Señor, libérame de aquellos malos hábitos que me esclavizan, quiero sentir la gloriosa libertad de los hijos de Dios en todos los aspectos de mi vida; muéstrame el camino para modificar esas costumbres que me alejan de ti y de mis hermanos. Te lo pido por el gran amor que me tienes.

Acción

Hoy haré una lista de los hábitos negativos que están afectando mi vida espiritual, buscaré alguna actividad que los sustituya y trabajaré arduamente para superarlos.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).