Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Lunes, 22 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana IV - Feria mayor.
   Color del día: Morado.  

Memoria libre: Santa Clotilde.

Antífona de entrada
Sal 23, 7

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Oración colecta

Señor Dios, que mirando al hombre caído en la muerte del pecado, quisiste rescatarlo con la llegada de tu Unigénito, concede, a quienes confesamos con humilde fervor su encarnación, que merezcamos también gozar de la compañía de nuestro Redentor. Él, que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA
Ana da gracias por el
nacimiento de Samuel

Lectura del primer libro de
Samuel 1, 24-28

En aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del señor a Siló y el niño se quedó como siervo.

Inmolaron el novillo y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo:

«Perdón, por tu vida, mi señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida».

Y se postraron allí ante el Señor.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

La liturgia hoy nos propone este pasaje del libro de Samuel para hacernos conscientes de que Jesús, el niño esperado, el Salvador, ya es una realidad en el mundo.

Hace poco más de dos mil años, una hermosa Mujer, llena de gracia, hizo posible que el Salvador se encarnara y abriera para el mundo las compuertas celestes de la salvación, ahora nos toca a cada uno de nosotros hacer realidad este milagro; somos nosotros quienes debemos anunciar al mundo que Jesús debe ser una presencia activa en todos los hogares y en todos los corazones.

De la misma manera que María presentó a Jesús, presentémoslo nosotros también a nuestros familiares y amigos, para que la Navidad recobre toda la fuerza espiritual de la alegría de tener entre nosotros a Cristo.

Salmo responsorial
Sal 1 Sam 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd

R. Mi corazón se regocija en el Señor,
mi Salvador.
  • Mi corazón se regocija en el Señor, mi poder se exalta por Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R.
  • Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R.
  • El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R.
  • Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra. R.

EVANGELIO
El Poderoso ha hecho
obras grandes por mí

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 1, 46-56

En aquel tiempo, María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Este Evangelio que nos propone hoy la liturgia es conocido como el Magníficat, la oración de acción de gracias, la oración de reconocer las maravillas que el Señor hace en cada uno de nosotros. Y quién mejor que la Santísima Virgen para dejarnos este gran legado, gran testimonio del grande corazón de la Santísima Virgen, que no hace otra cosa que reconocer las maravillas que Dios ha hecho en ella. Ese Magníficat. 

Hace un par de años yo escribí mi propio Magníficat; y es bueno hacer un alto en la vida como María, para reconocer las maravillas que el Señor ha hecho en cada uno de nosotros. Mi alma glorifica al Señor, mi Dios, mi Salvador. ¿Por qué? Porque me ha llenado de vida, me ha llenado de salud, me ha llenado de alegría, me ha llenado de dificultades también, ¿verdad? 

Cada uno puede ir llenando su Magníficat, cada uno puede reconocer las maravillas que Dios ha hecho en cada uno de nosotros. Cada quien, haga un alto hoy y rellene su propia experiencia con el Señor: el Señor ha hecho grandes cosas con nosotros, ha hecho grandes cosas en mí y en ti. 

El encuentro con Cristo, el encuentro con Dios, el camino de la vida espiritual es personal. Cada uno tiene su propia experiencia. Y en este tiempo de Adviento, en este caminar hacia Belén, es el mejor momento para hacer un alto, echar un vistazo a nuestra vida, reconocer y agradecer. 

Hoy tómense un tiempo, váyanse a un lugar callado y cada quien escriba, y lo digo literalmente, papel y pluma, escriban su propio Magníficat, ese canto de alabanza y de acción de gracias de su propia vida. El Señor ha hecho cosas grandes en mí. Hagamos un alto en nuestra vida y reconozcamos todo lo grande que ha hecho el Señor con nosotros.

Antífona de comunión
Lc 1, 46-49

Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Que la participación de tus sacramentos, Señor, nos llene de fortaleza, para que merezcamos salir al encuentro del Salvador, que está por llegar, acompañados por nuestras buenas obras, y así nos hagamos dignos del premio de la eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, encárnate en mí, es decir, llena incluso mi carne de ti, que yo sea fiel imagen tuya, que pueda llevarte a donde quiera que vaya y que la gente en mi entorno pueda descubrirte gracias a mi manera de actuar, de hablar, de vivir.

Acción

Hoy le presentaré a Jesús a alguna persona, le hablaré de lo bueno que es vivir con él.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).