Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Lunes, 29 de diciembre de 2025.

Tiempo Litúrgico: Navidad.
   Color del día: Blanco.  

Día V octava de la Natividad del Señor.


Antífona de entrada
Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino que tenga la vida eterna.

Gloria

Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oración colecta

Dios invisible y todopoderoso, que has disipado las tinieblas del mundo con la llegada de tu luz, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu unigénito, Él, que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA
Quien ama a su hermano
permanece en la luz

Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan 2, 3-11

Queridos hermanos:

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.

Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

En esto conocemos que estamos en él.

Quien dice que permanece en él debe caminar como él caminó.

Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado.

Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo – y esto es verdadero en él y en vosotros -, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Uno de los grandes problemas de nuestro cristianismo actual es la separación que existe en muchos hermanos entre la fe y la vida, por ello en este pasaje de san Juan, es claro que no basta que digamos que somos cristianos, sino que vivamos verdaderamente como tales.

Ser cristianos, nos dice el apóstol, significa vivir como Jesús vivió. Es por ello que en cada momento de nuestra vida, en cada situación, en cada actitud debemos preguntarnos: Y Jesús, ¿Cómo lo haría? ¿Cómo lo resolvería? ¿Cuál sería la actitud de Jesús ante esta situación?

Detenernos un momento antes de actuar o reaccionar, y pensar que estamos llamados a imitar su vida, puede ser una excelente ayuda para crecer en nuestra vida cristiana y ser testigos de su amor en el mundo.

No te dejes llevar ni por tus pasiones, ni por la corriente del mundo, deja más bien que sea el Espíritu quien te lleve a presentarte ante los demás como un «Cristo vivo».

Salmo responsorial
Sal 95, 1-2a. 2b-3. 5b-6

R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
  • Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
  • El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. R.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 2, 32

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. R.

EVANGELIO
Luz para alumbrar a las naciones

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:

«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción – y a ti misma una espada te traspasará el alma – para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Vemos a la Virgen y a San José llevando al Niñito Jesús a presentarlo al templo. ¡Qué cosas! El mismo Dios haciéndose hombre y sometiéndose a las leyes terrenas. Y nosotros, a veces que nos queremos saltar toda ley. Pero hoy yo quisiera centrarme en esta escena que, a mí en lo personal, valga la redundancia, me encanta y constantemente recurro a ella. 

María llevaba en brazos al Niño y lo presenta al Señor. Yo estaba en el corazón de ese Niño, de ese Dios. Desde siempre he estado en su corazón, en su mente, por lo que al ser presentado también iba yo ahí, en esa presentación. Mi vida fue presentada al Señor desde el corazón del Niñito Jesús.

Eso a mí me da mucha tranquilidad y mucha seguridad. Desde siempre he estado en sus manos, en su corazón, no hay nada que temer, no hay nada de qué preocuparse. Más bien solo ocuparse. Ocuparse de llevar a plenitud el sueño de Dios que tiene sobre cada uno de nosotros, ocuparnos de aquello que Dios tiene pensado para cada uno. 

Quien madre, la mejor de las madres; quien esposo, el mejor, quien hijo, quien hermano, quien amigo: hay que ocuparnos de presentar lo mejor al Señor y hay que vivir con el corazón lleno de esperanza, de seguridad, de paz, de tranquilidad, porque desde siempre y por siempre, hemos sido presentados en manos de María, en el corazón del Niño al Dios Padre.

Hoy ser lo que tengo que ser, hacer lo que tengo que hacer y hacerlo con una sonrisa. 

Antífona de comunión
Lc 1, 78

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos ha visitado, el Sol que nace de lo alto.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Concédenos, Dios todopoderoso, que la eficacia de estos sagrados misterios constantemente fortalezca nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, enséñame a moderar mis acciones y mis reacciones para con todos los que me rodean, que pueda ser un reflejo del amor que me tienes y que lo transmita fielmente a mis hermanos.

Acción

Hoy seré consciente de que soy presencia de Jesús en este mundo, así que me esforzaré para que la gente lo vea en mí.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).