Jesús, nuestro gran maestro, vino a la tierra como hombre no para humillarnos o para enojarse con nosotros por nuestros pecados. Hace ya más de dos mil años, Jesús se acercó a nosotros para darnos nune nueva interpretación de nuestras vidas, nos dijo que ya no temieramos más el castigo o la ira de Dios. Dios no es colera o enojos, Dios es AMOR.
Jesús, hijo de Dios y Dios mismo en el misterio de la Santísima Trinidad, nos enseña que algunas normas legalistas del Antiguo Testamento deben ser reinterpretadas desde el punto de vista del amor y no del castigo ni del sufrimiento eterno.
Es por eso que aunque somos pecadores no debemos olvidar que Dios nos perdona, siempre y cuando volvamos los ojos hacia su inmenso e inagotable amor y sigamos sus pasos en este mundo para llegar a Él.
Jesús, que tus enseñanzas en el amor nos guien para vivir una vida agradable a tus ojos, en la que seamos una ayuda para que otras personas lleguen a ti. Amen
Jesús, hijo de Dios y Dios mismo en el misterio de la Santísima Trinidad, nos enseña que algunas normas legalistas del Antiguo Testamento deben ser reinterpretadas desde el punto de vista del amor y no del castigo ni del sufrimiento eterno.
Es por eso que aunque somos pecadores no debemos olvidar que Dios nos perdona, siempre y cuando volvamos los ojos hacia su inmenso e inagotable amor y sigamos sus pasos en este mundo para llegar a Él.
Jesús, que tus enseñanzas en el amor nos guien para vivir una vida agradable a tus ojos, en la que seamos una ayuda para que otras personas lleguen a ti. Amen