¡Se acerca Pentecostés!

Personalmente esta es una de mis celebraciones favoritas, es maravilloso pensar que no solo Dios se hizo hombre por medio de su hijo Jesús, sino que, después de entregarnos su vida por nuestra salvación, partió hacia el Padre pero nos dejó su Espíritu Santo para que nos acompañe por siempre.

Debemos ser muy devotos del Espíritu Santo y pedirle con confianza que entre en nuestros corazones, que nos llene con los dones que sean la voluntad de Dios, para que podamos ser personas que demos fruto verdadero, que seamos moldeados a imagen de Dios y según su voluntad.

Pienso que no es fácil encontrar el carisma que nos guíe, la manera en que viviremos para alabar a Dios (ya sea con el canto, con la predicación, con el ejemplo, con escritos o demás), pero por medio de la presencia de Dios en la persona del Espíritu Santo podremos conocer qué quiere Dios de nosotros en nuestra vida y cómo podemos servir también a nuestro prójimo.

En un mundo tan atareado como el actual, es requisito fundamental orar a la Santísima Trinidad, Dios único en tres personas, para que llene de paz nuestro corazón, nos infunda fortaleza, sabiduría y salud para seguir sirviendo y siendo ejemplo para los demás.