Evangelio del Día - Miércoles 9 de julio de 2014


Tiempo litúrgico: Ordinario (verde)

Santoral


Primera Lectura: Oseas 10, 1-3. 7-8. 12
"Es tiempo de consultar al Señor"

Israel era una viña frondosa, y daba fruto: cuanto más eran sus frutos, más aumentó sus altares; cuanto mejor era la tierra, mejores monumentos erigía. Tiene el corazón dividido, ahora lo expiará: él mismo destruirá sus altares, abatirá sus estelas. Ahora dicen: "No tenemos rey, no respetamos al Señor, ¿qué podrá hacernos el rey?" Desaparece Samaria, y su rey, como espuma sobre la superficie del agua. 

Son destruidos los altozanos de los ídolos, el pecado de Israel. Cardos y abrojos crecen sobre sus altares; gritan a los montes: "Cubridnos", a los collados: "Caed sobre nosotros." Sembrad justicia y cosecharéis misericordia. Roturad un campo, que es tiempo de consultar al Señor, hasta que venga y llueva so bre vosotros la justicia.

Salmo Responsorial: 104
"Buscad continuamente el rostro del Señor."
  • Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.
  • Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca.
  • ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.

Evangelio: Mateo 10, 1-7
"Id a las ovejas descarriadas de Israel"

En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Alfeo y Tadeo; Simón el fanático y Judas Iscariote, el que lo entregó. 

A estos doce les envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca."

Reflexión
“Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”

Debemos tener la valentía de la fe y no dejarnos guiar por la mentalidad que nos dice: «Dios no sirve, no es importante para ti», y así sucesivamente. Es precisamente lo contrario… ¡Dios es nuestra fuerza! ¡Dios es nuestra esperanza! Queridos hermanos y hermanas, debemos tener nosotros, en primer lugar, bien firme esta esperanza y debemos ser de ella un signo visible, claro, luminoso para todos… 

Nuestra esperanza de cristianos es fuerte, segura, sólida en esta tierra, donde Dios nos ha llamado a caminar, y está abierta a la eternidad, porque está fundada en Dios, que es siempre fiel… Que haber resucitado con Cristo mediante el Bautismo, con el don de la fe, “para una herencia que no se corrompe” (Rm 6,4), nos lleve a buscar mayormente las cosas de Dios… Ser cristianos no se reduce a seguir los mandamientos, sino que quiere decir ser en Cristo, pensar como Él, actuar como Él, amar como Él; es dejar que Él tome posesión de nuestra vida y la cambie, la transforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado.

Queridos hermanos y hermanas, a quien nos pida razón de la esperanza que está en nosotros (cf. 1 P 3,15), indiquemos al Cristo resucitado. Indiquémoslo con el anuncio de la Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de resucitados. Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da el vivir en Cristo, que es la verdadera libertad (Rm 8,21), la que nos salva de la esclavitud del mal, del pecado, de la muerte. Miremos a la Patria celestial: tendremos una nueva luz también en nuestro compromiso y en nuestras fatigas cotidianas. Es un valioso servicio que debemos dar a este mundo nuestro, que a menudo no logra ya elevar la mirada hacia lo alto, no logra ya elevar la mirada hacia Dios.

Papa Francisco. Audiencia general del 10/04/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

Acción

Señor Jesús, quiero reafirmar mi decisión de crecer, más que en bienes y riquezas, en justicia y en la siembra de virtudes; por tu gran amor, Señor, haz llover sobre mí tu gracia y Espíritu para que fructifique en salvación y vida eterna.

Hoy me privaré de algo a lo que estoy acostumbrado y recordaré que puedo prescindir de todo menos del Señor. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Evangelio del Día