Familia, futuro de la humanidad


Bajo el lema, “Evangelio: alegría de la Familia” este mes de agosto lo dedicaremos a la oración y a la reflexión en torno a la familia como célula y base fundamental de la sociedad para que ésta sea, naturalmente, espacio de amor, de paz, de respeto, de relaciones gratificantes, de estabilidad emocional y de seguridad.

Este mes será una valiosa oportunidad para que cada uno de nosotros, poniendo de sí lo mejor, contribuya al fortalecimiento y estabilidad de su propia familia. Somos realistas y entendemos las crisis que hoy deben enfrentarse pero, como decía el Papa Francisco recientemente: “Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. No digamos la suegra perfecta... Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón”. 

La Iglesia quiere acompañar a la familia en su circunstancia actual. De hecho, el próximo Sínodo de los Obispos, a celebrarse en Roma en octubre, nos genera una enorme expectativa en torno al diagnóstico sobre la situación familiar de los católicos en todo el mundo y, precisamente, el punto de arranque de dichas reflexiones será la dignidad de la vocación al amor familiar y cómo, para comprender esta vocación, debemos conocer las enseñanzas relativas al matrimonio y la familia, las que derivan de la ley natural y las que se hallan en la Sagrada Escritura y en el Magisterio de la Iglesia. 

Vivimos en una sociedad en la que, tanto en los medios de comunicación, como en el diálogo permanente, se acentúan los problemas que arremeten contra la familia: conflictos entre los esposos, la cantidad creciente de matrimonios separados o divorciados, la violencia intrafamiliar, el maltrato infantil, entre otros aspectos. Con este panorama, no faltará quien piense que fundar una familia es casi “un acto de locura”.

En contraste con esta visión pesimista, con el mes de agosto dedicado a la familia, lo que se quiere es colaborar a la toma de conciencia del valor de la familia, sobre todo, en el actual contexto social pues, como enseña el Papa: “Hoy, la familia es despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo y para el futuro de la humanidad”.

En este sentido, la Iglesia en Costa Rica, desde hace muchos años, también, ha insistido en la necesidad de que sea, precisamente, la familia la prioridad en toda decisión de orden sociocultural, ideológico, educativo y político. Hemos propuesto, reiteradamente, la creación de un Ministerio de la Familia como instancia que incida en las políticas públicas de modo que éstas sean prioritarias en las gestiones de gobierno.

Seguros de que sólo la familia puede ofrecer un ambiente seguro y estable a los hijos y enseñarles los valores cristianos, éticos y sociales a vivir en relación con las demás personas, invito a todos los agentes pastorales, grupos y movimientos dedicados a la atención de las familias, para que en este mes, además de analizar los desafíos de las familias costarricenses, mediante acciones concretas, hagamos de ellas sujetos de atención y promoción pues, explica el Santo Padre: “Cuando nos preocupamos por nuestras familias y sus necesidades, cuando entendemos sus problemas y esperanzas, (...) cuando se sostiene la familia, sus esfuerzos repercuten no sólo en beneficio de la Iglesia; también ayudan a la entera sociedad”.

Fuente:
Oficina de Comunicación - Curia Metropolitana