Lecturas - Lunes 1 de diciembre de 2014


Tiempo litúrgico: Adviento
Color del día: Morado

Santoral


Primera Lectura: Isaías 2,1-5
"El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del reino de Dios"

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. 

Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor." 

Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Se&nt ilde;or.

Salmo Responsorial: 121
"Vamos alegres a la casa del Señor."
  • ¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
  • Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.
  • Desead la paz a Jerusalén: "Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios."
  • Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: "La paz contigo." Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Evangelio: Mateo 8,5-11
"Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos"

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace." 

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."

Reflexión
"La tierra entera estará llena de la majestad de Dios"

Hombre, no pongas obstáculos a tu reconciliación, sacarás de ella un peso mayor de gloria. Soporta con alegría, no solo con paciencia, las penas de la vida. No desprecies nada de lo que te puede procurar un día la gloria eterna. Di a ti mismo: cuando el Señor se habrá acordado de ti y habrá glorificado tu alma, ésta se acordará de tu cuerpo para tu propio bien. Delante de tu Señor, tu alma le hablará de tu cuerpo por su colaboración en el bien realizado. Dirás al Señor: “Se digne mi Señor de recompensar a este cuerpo el bien que me ha hecho: juntos, no nos hemos ahorrado ninguna pena...”

Entonces, el Dios de los Ejércitos, el Señor todopoderoso, el Rey de la gloria vendrá del cielo y transformará nuestro cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo (Flp 3,21) ¡Qué alegría inefable, cuando el creador del universo que quedó oculto bajo las apariencias de humildad cuando vino para rescatarnos, aparecerá en toda su gloria, en los aires, ante todos los hombres, para glorificar nuestro mísero cuerpo! ¿Quién se acordará entonces de la humildad de su primera venida, cuando lo veremos descender en su esplendor, precedido por los ángeles que harán levantar nuestros cuerpos del polvo, al son de la trompeta para presentarlos ante Cristo? (cf 1 Tes 4,16ss)...

Que se alegre, pues, nuestra alma y nuestro cuerpo repose en la esperanza (Sal 16,9) aguardando su transformación en el cuerpo glorioso de Cristo, nuestro Salvador. “Mi alma tiene sed de ti, Dios mío, mi carne te ansía de noche.” (cf. Sal 63,1ss) El profeta se refiere en su oración a la primera venida que le iba a rescatar. Pero se refería aún más ardientemente a la última venida cuando va a ser glorificado el cuerpo. Entonces, todos nuestros anhelos serán colmados: la tierra entera se llenará de la majestad de Dios. Que la misericordia de Dios nos conduzca a esta gloria. “Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús”(cf Flp 4,7).

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 
Sexto sermón sobre el Adviento

Acción

Tú conoces, Señor, mis caminos, pero te pido que me muestres los tuyos, enséñame a andar por tus sendas eternas, llenas de tu paz, para que así yo también pueda ser un promotor de paz en el mundo, sembrando la paz en el corazón de cada persona.

Hoy pondré atención en las cosas que me angustian y me preocupan constantemente y me daré cuenta de cómo me roban la paz, dejaré esas cosas en las manos de Dios y buscaré las sendas que él me ofrece para resolver mis penas.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelio del Día
Evangelización Activa