Lecturas - Lunes 16 de marzo de 2015

Tiempo litúrgico: Cuaresma
Color: Morado

Santoral


Primera Lectura: Isaías 65,17-21
"Ya no se oirán gemidos ni llantos"

Así dice el Señor: "Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."

Salmo Responsorial: 29
"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."
  • Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
  • Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
  • Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Evangelio: Juan 4,43-54
"Anda, tu hijo está curado"

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. 

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." 

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea."

Reflexión
No globalizar la indiferencia

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Como nos relata el evangelio de hoy, nuestro Señor no es indiferente a la petición de curación del hijo del funcionario real. Un corazón a la medida del corazón de Cristo no puede ser indiferente. El Papa Francisco nos recuerda en su mensaje para la cuaresma el riesgo de instalarnos en una actitud de indiferencia, que “ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia”, y nos lo propone como “uno de los desafíos más urgentes” sobre los que quiere llamar nuestra atención. 

No hay verdadera conversión si no nos abrimos a los hermanos, si no salimos al encuentro de sus necesidades. No podemos olvidar que la caridad tiene contenidos concretos: “tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme (Mt 25, 35-36). Las obras de misericordia son un camino seguro de conversión, un fruto saludable de caridad y señal de la transformación obrada en nosotros y con nosotros. 

Verdaderamente, muchas veces constatamos que no está a nuestro alcance ayudar a resolver las situaciones que hacen sufrir a los hombres, pero siempre estará a nuestro alcance visitar a los enfermos, dar limosna (cuando menos de nuestro tiempo y cariño), acoger sin juzgar al hermano (que no significa estar de acuerdo y aprobar lo que piensa o cómo vive), compadecernos del sufrimiento del otro (padecer con, hacer del algún modo nuestro el padecimiento del prójimo), encomendarles al Señor. Y otros muchos caminos que se nos pueden ocurrir. 

El amor es creativo y capaz de encontrar siempre una solución o un modo de suavizar el sufrimiento de los demás. Pero es necesario dejarse enseñar a amar, la solución: mirar a Cristo.
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ESCRITO POR COMENTARISTA 5 EL 16 MARZO, 2015 (extracto). POSTEADO EN COMENTARIO A LAS LECTURAS, sitio web Archidiócesis de Madrid

Acción

Señor, me entrego a ti, y te pido que bendigas mi vida, que me conduzcas a la vida en abundancia que prometiste; que el contacto constante contigo me sature de alegría, aleje el dolor y el sufrimiento de mi caminar y que haga que prospere el trabajo de mis manos y mis obras, que contribuyan para la instauración de tu Reino en estos días.

Este día haré una acción concreta que agrade a Dios, como ayudar a un desconocido o un necesitado; hablarle de Dios a alguien, ir a misa, confesarme, demostrar claramente el amor a mis semejantes. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa - Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica