Lecturas de la Misa Vespertina de la Cena del Señor y reflexión - Jueves 2 de abril de 2015


Tiempo Litúrgico: Semana Santa
Color: Blanco





Por la tarde - Misa de la Cena del Señor

Jueves en que Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía y del Sacerdocio, también conocido como la Última Cena. En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.

Primera Lectura: Éxodo 12. 1-8. 11-14
Prescripciones sobre la cena pascual 

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: - «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.

Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.

Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones.” »

Salmo Responsorial: 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 
El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.
  • ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre.
  • Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas.
  • Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Segunda Lectura: I carta de san Pablo a los Corintios 11, 23-26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo :- «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» 

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio según san Juan 13, 1-15
Los amó hasta el extremo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: - «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: - «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: - «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: - «Si no te lavo , no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: - «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: - «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: - «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Reflexión
Jesús es el Maestro

Es el momento de la última cena y como pórtico de la pasión el Discípulo Amado nos explica el sentido: Habiendo amado a los suyos… los amó hasta el extremo (Jn 13, 1) y en ese momento nos narra un acto de amor extremo: el servicio, se levantó de la mesa, dejó sus vestidos, y tomando un lienzo se lo ciño. Luego echó agua en la jofaina y se puso a lavar los pies a sus discípulos (Jn 13, 5). Lo discípulos ven que el Señor está raro esa noche. Si nos metemos en el corazón temeroso de los amigos del Señor seguro que encontramos extrañeza ¿qué hace hoy el Señor? ¿Por qué hace lo propio de los esclavos?

En cambio ¿qué hay en el corazón del Señor? Una preocupación: ¿Habrán entendido el porqué de este gesto? Y al ver su perplejidad y que no ha sido así les explica el por qué y se nos presenta como maestro: ¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque lo soy. Pues si Yo, el Señor y Maestro lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros (Jn 13, 14).

Jesús nos invita a entrar en su escuela y aprender de Él. Contemplarle para parecernos a Él. En definitiva Jesús nos introduce en su corazón para que aprendamos de Él, seamos como Él y así Él pueda acercarse a los otros. Cristo se hace presente al hombre de hoy a través del cristiano, a través de mí. Jesús es maestro y su enseñanza es el servicio y la entrega. ¿Por qué? El mismo nos desvela el secreto de su magisterio: Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, pues soy manso y humilde de corazón… (Mt 11, 29). Podría Jesús habernos dicho que aprendiéramos de Él cualquier virtud, porque las tenía todas, pero quiso poner de manifiesto la importancia de la humildad. Jesús es maestro, aún diría más, es el maestro de los maestros… y ¿qué es lo que enseña? la humildad, y ¿cómo la enseña? sirviendo, humillándose.

La humildad es una virtud que nos gustaría tener a todos, el problema es que nos gustaría tenerla sin la humillación, y ¡eso es imposible! No podemos ser humildes sin humillarnos. Después de que Jesús se humilla lavando los pies de cada uno de sus discípulos, aunque Pedro no lo entienda, les pide: Haced vosotros lo mismo.

Si seguimos a Cristo, y eso es ser discípulo suyo, lo hemos de hacer por el mismo camino, con sus mismos deseos, con sus mismas acciones. En el fondo de esta acción tan fuerte y clara del Señor se esconde aquel deseo profundo de su corazón: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Ese como yo os he amado es la característica del cristiano que no sólo ama, sino que ama como Él.

Señor, hoy quiero reconocerte como mi Maestro y mi Señor, admíteme en tu escuela y ayúdame a encontrar en la humildad el camino más rápido para la caridad y así alcanzar la santidad.

ESCRITO POR COMENTARISTA 7 EL 2 ABRIL, 2015. POSTEADO EN COMENTARIO A LAS LECTURAS. Sitio web Archidiócesis de Madrid

Adaptado de:
Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica