Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Lunes 4 de mayo de 2015


Tiempo Litúrgico: Pascua
Color: Blanco

Santoral


Primera Lectura: Hechos 14,5-18
"Os predicamos... para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo"

En aquellos días, se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los judíos, a sabiendas de las autoridades, para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé; ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y alrededores, donde predicaron el Evangelio. 

Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar. Escuchaba las palabras de Pablo, y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó, mirándolo: "Levántate, ponte derecho." El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: "Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos." 

A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio. Al darse cuenta los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando: "Hombres, ¿qué hacéis? Nosotros somos mortales igual que vosotros; os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. 

En el pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia." Con estas palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran sacrificio.

Salmo Responsorial: 113
"No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria."
  • No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: "Dónde está su Dios"?
  • Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas.
  • Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres.

Evangelio: Juan 14,21-26
"El Defensor que enviará el Padre os lo enseñará todo"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" 

Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

Reflexión

¿Podríamos decir que nosotros conocemos a Jesús? ¿Qué es lo que conoces de Jesús? Felipe y los demás apóstoles que habían vivido con él durante tres años, resulta que aún no se habían dado cuenta quién era.

Y no es que no supieran en realidad quién era, sino que a pesar de todas las maravillas que le habían visto realizar, de su palabra llena de amor, del poder que salía de él mismo y de todas las veces que él había dicho: YO SOY, todavía no habían comprendido que él es verdadero Dios, de la misma naturaleza del Padre. La invitación es, pues, ahora clara: Crean que yo soy verdadero Dios.

A veces me da la impresión que muchos cristianos no creen VERDADERAMENTE que Jesús sea Dios, pues su relación con él no lo demuestra. Reconocer que Jesús es verdadero Dios implica obediencia a su Palabra, continuar su obra y amar a los que él amó. Revisa estos elementos en tu vida y verás qué tanto reconoces que Jesús es verdaderamente Dios.

Acción

Señor, quiero ser un verdadero apóstol tuyo, a quien envíes y que sea capaz de cumplir con tu Palabra que es vida y paz, pero también fuego y fuerza. Espíritu Santo, ayúdame a ser de tal modo semejante a Jesús, que llegue yo a ser un Evangelio viviente en este mundo que desfallece sin nuestro Señor.

Hoy recordaré el modo en que Dios me llamó y la repercusión de mi respuesta hasta hoy; también le ratificaré que sigo firme hasta el final.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica