Lecturas de la Misa y reflexión sobre el Evangelio - Miércoles 22 de julio de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Blanco

Santoral



Primera Lectura: Éxodo 16, 1-5. 9-15
Yo haré llover pan del cielo

El día quince del segundo mes, después de salir de Egipto, toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y el Sinaí. Toda la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud". 

Entonces dijo el Señor a Moisés: "Voy a hacer que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar si guarda mi ley o no. El día sexto recogerán el doble de lo que suelen recoger cada día y guardarán una parte para el día siguiente". Moisés le dijo a Aarón: "Di a la comunidad de los israelitas: Vengan ante la presencia del Señor, porque él ha escuchado las quejas de ustedes." 

Mientras Aarón hablaba a toda la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor, que aparecía en una nube. El Señor le dijo a Moisés: "He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles de parte mía: Por la tarde comerán carne y por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que yo soy el Señor, su Dios". 

Aquella misma tarde, una bandada de codornices cubrió el campamento. A la mañana siguiente había en torno a él una capa de rocío que, al evaporarse, dejó el suelo cubierto con una especie de polvo blanco semejante a la escarcha. Al ver eso, los israelitas se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto?, pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Este es el pan que el Señor les da por alimento".

Salmo Responsorial: 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54
El Señor les dio un trigo celeste
  • Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder.
  • Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, es dio un trigo celeste.
  • Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura. Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido.

Evangelio: Juan 20, 1. 11-18
"Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?"

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." 

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

Reflexión

Este pasaje nos ilustra cómo, quien ha tenido una experiencia de Jesús resucitado, se convierte inmediatamente en testigo de la Resurrección y, con ello, en evangelizador. La palabra que usa el griego para la acción realizada por María Magdalena al ir a anunciar es “Angellousa” – que viene de “ángel” y que identifica a los “portadores de noticias de parte de Dios”-. 

María ha sido capaz de reconocer en ese “jardinero” la presencia real de Cristo. Él la ha llamado por su nombre y ella le ha dicho: Maestro. Mucha gente piensa que pasar una hora delante del Santísimo Sacramento es pérdida de tiempo (algunos ni se lo han propuesto). Es ahí en donde, delante del misterio, el hombre puede llega a reconocer en ese pedacito de pan la presencia real de Jesús y, con ello, convertirse también en un “ángel”, en un portador y anunciador de buenas noticias para los hermanos. 

Necesitamos llenar nuestras oficinas, nuestras escuelas, nuestros barrios de “ángeles”, de hombres y mujeres que, como María Magdalena, puedan decir: Jesús está vivo, yo lo he visto y ha cambiado mi vida y si lo que hizo conmigo, lo puede hacer también contigo.

Oración

Señor, tú eres mi proveedor, tú eres quien nunca deja que algo me falte, gracias por tu cuidado tan cercano y perfecto. Yo por mi parte me abandono a ti, sabiendo que eres un Dios de amor, que ves mi necesidad antes siquiera que yo me dé cuenta.

Acción

Hoy daré una ofrenda a la Iglesia, como muestra de agradecimiento, por lo mucho que Dios me da.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa y Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica