Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones - Lunes 31 de agosto de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde

Santoral:



Primera Lectura: I Tesalonicenses 4, 13-18
"A los que han muerto, Dios, por medio Jesús, los llevará con él"

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. 

Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Salmo Responsorial: 95, 1 y 3, 4-5, 11-12, 13
"El Señor llega a regir la tierra"
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
  • Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo.
  • Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos.
  • Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad..

Evangelio: Lucas 4, 16-30
"Ningún profeta es bien mirado en su tierra"

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor." 

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír." Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?" 

Y Jesús les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún." Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio". 

 Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba."

Reflexión sobre la Primera Lectura

Una de las experiencias que más nos llena de temor es la de la muerte, sobre todo porque nuestra vista lo único que alcanza a ver es el cuerpo sin vida, inerte de nuestros difuntos. 

Sin embargo, esta no es la realidad que Dios está viendo, pues para él todos estamos vivos. La primera comunidad se sentía defraudada en cuanto a lo que ya se había predicado, pues pensaban que los únicos que participarían del Reino —que serían llevados al cielo—, eran los que estuvieran vivos cuando llegara el Señor. Por eso san Pablo les explica que eso no será así, sino que todos los que hayamos muerto en Cristo, también tendremos la vida incorruptible. Esta es la gran esperanza cristiana, el saber que nuestra vida en el mundo es sólo un tránsito hacia la vida definitiva que tendremos y que gozaremos en el cielo. 

Por ello, aunque nuestra vista ve el cuerpo de nuestros hermanos sin vida, esto sólo es para nosotros, pues en el misterio de Dios, en SU tiempo, para él todos viven y la muerte, como la conocemos nosotros, es sólo la puerta que se abre para darnos paso a la eternidad en Cristo. 

Por ello, vale la pena el vivir unidos al Señor, para que en el momento de nuestra muerte se abra también para nosotros la puerta que nos lleve directamente a los brazos de nuestro amado Padre. ¡Ánimo! Caminemos con alegría hacia el Cielo.

Reflexión sobre el Evangelio

Indudablemente, el lugar más difícil para dar testimonio es nuestra propia casa, nuestro propio ambiente; sin embargo, no por ello debemos dejar de hacer nuestro mejor esfuerzo para que Jesús sea conocido, ya que el día de nuestro bautismo se cumplieron para nosotros las mismas palabras del profeta, pues hemos sido llenos del Espíritu Santo.

Cada cristiano es enviado a proclamar la libertad a los cautivos, a los que viven presos del pecado y del egoísmo; a dar la vista a los ciegos, a los que no se dan cuenta de lo hermoso que es vivir en gracia en este mundo maravilloso que Dios creó para nosotros; a liberar a los oprimidos por la angustia y la desesperación que causa el materialismo y a proclamar el año de gracia del Señor, es decir, un tiempo propicio para regresar a Dios. 

Que el Señor nos conceda la gracia y el valor de ser profetas en nuestros propios ambientes.

Oración

Señor, te pido que me concedas vivir en ti mientras paso por este mundo, pero mi mayor anhelo es vivir eternamente en tu presencia, disfrutar de tu abrazo y amor sin final; enséñame a vivir en tu Reino desde este tiempo para que, cuando llegue el día de mi último aliento, sólo sea un cambio hacia la plenitud y la eternidad.

Acción

Hoy pediré por mis seres queridos que ya murieron, especialmente por aquellos que al morir no estaban en amistad con Dios; pediré a Él su misericordia para ellos.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica