Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 28 de octubre de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Rojo

Santoral:



Primera Lectura: Efesios 2, 19-22
Cristo Jesús es la piedra angular

Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.

Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo en el Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.

Salmo Responsorial: 18 
El mensaje del Señor resuena en toda la tierra. 
  • Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo transmite a la otra noche. 
  • Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. 

Evangelio: Lucas 6, 12-19
De Él salía una fuerza que sanaba a todos

Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Al celebrar la fiesta de los apóstoles, la liturgia nos invita a hacer un acto de fe en la conducción y la evangelización que realiza Jesús en su Iglesia, mediante los obispos, sucesores de los apóstoles. 

Es por medio de ellos, como nos lo dice hoy este texto de san Pablo, que toda la Iglesia se va integrando para formar una construcción sólida. Jesús ha querido dejar a los obispos como un instrumento, a través del cual, continúa él mismo, por la acción del Espíritu Santo, conduciendo e instruyendo al Pueblo de Dios. Esta comunión con nuestros obispos es la que asegura que formamos verdaderamente parte de la familia de Dios. 

Oremos, pues, por ellos, para que nunca falte la fe y la esperanza en ellos y para que, siendo de los que, sin ver han creído, continúen animando al pueblo que se les ha confiado a perseverar en la fe y a crecer en la caridad.

Reflexión sobre el Evangelio

Los evangelios, en particular el de hoy, nos muestran cómo siempre que Jesús debía tomar una decisión importante, pasaba toda la noche en oración. Es común oír: "No tengo tiempo para orar". Esto generalmente es verdad, pues el tiempo para orar debemos "crearlo". Esto implica renunciar a nuestro tiempo de diversión, a la televisión e inclusive, como Jesús, al descanso nocturno. 

Solamente el cristiano que ora todos los días verá cambios en su vida, pues la oración es el elemento que permite que la gracia de Dios se convierta en vida. Es también común escuchar: "Dios siempre está conmigo y por eso yo hago mi oración mientras voy manejando al trabajo o a la escuela". Esto es verdad también, Dios siempre está con nosotros, pues Dios siempre tiene tiempo para nosotros, la pregunta sería si nosotros, como Jesús, también tenemos tiempo para Dios. 

Si bien es cierto que todo momento es un buen momento para orar, es necesario dedicar un tiempo exclusivo para Dios, para estar con él, para que todos nuestros sentidos se centren y concentren en él. Date tiempo para orar, sólo así tendrás suficiente luz para dirigir las decisiones de tu vida.

Oración

Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo.

Acción

Sabiendo que un día en el cielo podremos abrazar a cada miembro de la Familia celestial; hoy abrazaré a las más personas posibles, siendo consciente de que ellos también son parte o pueden ser integrantes de ésta.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, Catholic.net
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica