Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 7 de octubre de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Blanco

Santoral:


Primera Lectura: Jonás 4, 1-11
"Tú te lamentas por el ricino, y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive?"

Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos: "Señor, ¿no es esto lo que me temía yo en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir." 

Respondióle el Señor: "¿Y tienes tú derecho a irritarte?" Jonás había salido de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces hizo crecer el Señor un ricino, alzándose por encima de Jonás para darle sombra y resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás, haciéndole desfallecer. Deseó Jonás morir, y dijo: "Más me vale morir que vivir." 

Respondió el Señor a Jonás: "¿Crees que tienes derecho a irritarte por el ricino?" Contestó él: "Con razón siento un disgusto mortal?" Respondióle el Señor: "Tú te lamentas por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la izquierda, y gran cantidad de ganado?"

Salmo Responsorial: 85
"Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad."
  • Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti.
  • Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende la voz de mi súplica.
  • Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios."

Evangelio: Lucas 11, 1-4
"Señor, enséñanos a orar"

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.""

Reflexión sobre la Primera Lectura

La Escritura nos ilumina hoy sobre un sentimiento que aun los cristianos estamos tentados de experimentar: el coraje contra un Dios que es INFINITAMENTE BUENO Y MISERICORDIOSO. 

Nos gustaría (cuando no somos nosotros o algún ser querido los que están involucrados), que todos aquellos que violan, asaltan, que maltratan y ultrajan a los menores; en una palabra, que todos aquellos que hacen el mal, pasaran el resto de su vida en la tierra de la manera más miserable posible y que finalmente fueran expulsados al infierno para que ahí sufrieran por toda la eternidad en pago por lo que hicieron. 

Y la verdad es que si no se arrepienten, así será su vida y su destino final. Sin embargo, no podemos nosotros tomar la actitud de Jonás, sino que nosotros, los discípulos de Jesús, estamos llamados a orar por todos ellos, para que abran su corazón y se conviertan, para que dejen que el amor de Dios toque su corazón, para que su vida se transforme. Ellos, como nosotros, fueron llamados a la Vida y es difícil juzgar las situaciones de su vida que les ha impedido conocer el amor de Dios, por lo cual, han sido lo que han sido. 

Jesús nos dijo: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”. No dejemos, pues, que los malos sentimientos se apoderen de nuestro corazón, tengamos compasión para todos, como Dios la tiene con nosotros, y en la medida de nuestras posibilidades seamos el medio para que cambien su vida y experimenten el perdón y la vida divina.

Reflexión sobre el Evangelio

Esta oración, a pesar de parecer tan simple, es la oración más perfecta que existe. Sobre todo, porque nos revela que Dios es un Padre y que se comporta como tal. Por ello nos podemos acercar con toda confianza a él sabiendo que no fallará. 

La Iglesia lo ha reconocido así, y por ello, recomienda que se rece tres veces al día: en la mañana como parte de las Laudes, en la Misa, y al caer la tarde como parte de las Vísperas. Esta pequeña oración bien rezada tiene una profundidad tan grande que es capaz de llevarnos incluso a las más altas contemplaciones; el problema es que está tan desgastada que la mayoría de los cristianos la dicen de memoria y como pericos.

Intenta este día rezarla en paz, con un corazón abierto al Señor y verás cómo la presencia de Dios se hace realmente fuerte en tu vida.

Oración

Señor Dios Padre, tú que haces llover sobre justos y pecadores, ayúdame a ser compasivo también con aquellas personas que cometen actos malos, y a entender que si tú no me juzgas por mis acciones, yo tampoco debo juzgar a nadie.

Acción

Hoy haré una oración especial por todas las personas que no han aprendido a hacer el bien y pediré la fortaleza del Espíritu Santo para que yo sea un medio de Evangelización.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica