Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde
Santo del día:
Primera Lectura: Libro del profeta Isaías (26, 7-9. 12. 16-19)
Despierten jubilosos, los que habitan en los sepulcros
La senda del justo es recta porque tú, Señor, le allanas el sendero. En el camino de tus mandamientos te buscamos, anhelando, Señor, tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te desea por la noche y mi espíritu te busca por la mañana, porque tus mandamientos son la luz de la tierra y enseñan justicia a los habitantes del orbe. Tú nos darás, Señor, la paz, porque todo lo que hemos hecho eres tú quien lo ha hecho por nosotros.
Acudimos a ti, Señor, en el peligro, cuando nos angustiaba la fuerza de tu castigo. Como una mujer que va a dar a luz, que se retuerce y grita angustiada, así éramos, Señor, en tu presencia: concebimos y nos retorcimos, ¡pero lo único que hemos dado a luz ha sido viento! No le hemos dado salvación al país, no le han nacido habitantes al mundo.
Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán, despertarán jubilosos los que habitan en los sepulcros, porque tu rocío es rocío luminoso y la tierra de las sombras dará a luz.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El pasaje de hoy de Isaías está compuesto por una serie de ideas que pertenecen a un tiempo posterior a las amenazas de las invasiones. En ellas, el profeta reconoce la bondad del Señor y sobre todo, la necesidad de tenerlo como protector y su ley, como el camino de la vida. Nos detenemos hoy en las palabras del profeta: "Mi alma te desea por la noche, mi espíritu te busca por la mañana".
Esto nos lleva a pensar en ese deseo profundo que el Espíritu Santo genera en aquellos que experimentan una sed profunda de lo eterno, de lo divino; nos llevan a pensar en aquellas palabras del salmista: "Mi alma tiene sed de ti, mi espíritu te busca con ansias". Este pensamiento, cuando se cultiva en la oración que nos conduce a probar del agua viva, nos lleva a concluir como san Pablo, que para nosotros "la vida es Cristo y la muerte una ganancia".
Crece vertiginosamente en nosotros el anhelo de vivir en él, de ser totalmente de él y para él. Esta agua viva que brota del corazón del enamorado, lo hace vivir siempre en la presencia del amado. Cuánto hace falta hoy en nuestra Iglesia, que más hermanos tengan esta experiencia que nos platica Isaías, y que ha sido la experiencia de todos los santos, de todos los que han buscado con un corazón sincero al Señor. Tú también estás llamado a esta experiencia. Deja, por un momento, el ruido de tu actividad, cierra las puertas de tu cuarto y, en el silencio del corazón, encontrarás a Jesús. Te aseguro que a partir de ahí lo desearás con toda el alma día y noche. Haz la prueba, no te arrepentirás.
Salmo responsorial (101, 13-14ab y 15. 16-18. 19-21)
R/ El Señor tiene compasión de nosotros.
- Tú, Señor, reinas para siempre y tu fama pasa de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, pues ya es tiempo de que te apiades de ella. Tus siervos aman sus piedras y se compadecen de sus ruinas. R.
- Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces temerán al Señor todos los pueblos, y su gloria verán los poderosos. R.
- Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero. R.
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 28-30)
Soy manso y humilde de corazón
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Reflexión sobre el Evangelio
Después de un día agobiante de trabajo o un período de nuestra vida en el que las cosas no han salido precisamente como nosotros las esperábamos, qué reconfortante es escuchar de Jesús: "Vengan a mí... y yo los aliviaré".
Y es que sólo en Jesús podemos darle el justo valor a todas las cosas, por eso dice: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón". El hombre se agita y se sofoca porque le da a las cosas una dimensión equivocada y porque quiere realizarlas con sus solos esfuerzos pero, sólo con la ayuda de Dios es posible realizar, en paz y con alegría, nuestros proyectos y sólo con su consuelo podemos aceptar, que éstos no hayan salido como nosotros pensábamos.
Si tu vida y tus proyectos están a medias o no se han realizado como tú lo esperabas, toma un momento de tu jornada para orar, para ponerte en los brazos amorosos de Jesús, él te dará la fuerza y la luz para recomenzar.
Oración
Señor, quiero decirte como el profeta, "mi alma te desea por la noche, mi espíritu te busca por la mañana", porque tus mandamientos son la luz de la tierra, y me enseñan la justicia. Tú me darás, Señor, la paz, porque todo lo que he hecho, en realidad eres tú quien lo ha hecho por mí.
Acción
Hoy haré una cita con el Señor y tendré un momento largo de coloquio con Él y lo disfrutaré al máximo. Dentro de esa cita con Él, le pediré que me ayude a provocar, con más frecuencia, esos momentos.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis 2016, Conferencia Episcopal de Costa Rica