Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Lunes 28 de noviembre de 2016.


Tiempo Litúrgico: Adviento
   Color del día: Morado   

Santo del día:



Primera Lectura: Libro del profeta Isaías (4, 2-6)
La gloria del Señor será toldo y tienda contra el calor y la lluvia.

Aquel día, el vástago del Señor será magnífico y glorioso; el fruto del país será orgullo y esplendor de los sobrevivientes de Israel. A los restantes en Jerusalén, a todos los inscritos en ella para la vida, los llamaré santos. 

Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado de sangre a Jerusalén con viento justiciero y abrasador, creará el Señor, sobre todo lugar del monte Sión y sobre la asamblea, nube y humo de día, y fuego llameante de noche. Y por encima, la gloria del Señor será toldo y tienda contra el calor del día, abrigo y resguardo contra el temporal y la lluvia.

Reflexión sobre la Primera Lectura

El profeta utiliza las imágenes de la vida agrícola para expresar que la esperanza aún vive. 

Una vez que Judá salió al exilio para Babilonia, algunos judíos, los más pobres, se quedaron en tierra santa, llorando su desgracia, temiendo por sus vidas, espantados del mañana. Sin embargo, Dios, el que siempre está ahí cuando se le busca, cuando se le llama, advierte que la tierra desolada dará su fruto, un fruto que será obra portentosa de Dios, pero también fruto del trabajo del pueblo y ellos gozarán las delicias de dicho fruto.

Para alentar dicha esperanza, el autor vuelve su mirada a la época de la marcha por el desierto: así como Dios guiaba y protegía a Israel del sol abrasador con una nube durante el día y con una columna de fuego durante la noche cuando salió de Egipto, así será la época en que la gloria de Dios habite entre los hombres.

El verdadero fruto que perdura, que da vida y que rinde frutos, es Jesús, en quien los hombres hemos puesto nuestra confianza y de quien sabemos jamás defrauda. A él nos unimos en este adviento para que, junto a él, demos fruto y nuestro fruto permanezca.

Salmo Responsorial (121, 1-2.3-4a.4b-5.6-7.8-9)
R/ Vayamos con alegría al encuentro del Señor. 
  • ¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R. 
  • A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R. 
  • Digan de todo corazón: “Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa”. R. 
  • Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz esté contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-11)
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa.

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico y sufre mucho”. El le contestó: “Voy a curarlo”. Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. 

Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.

Reflexión sobre el Evangelio

Jesús pondera hoy la fe de este hombre que no pertenece al pueblo de Israel, un hombre que cree sin ver, un hombre que está seguro que el "rabbí" tiene poder para hacer lo que le está pidiendo.

Este es el tipo de fe que es capaz de mover montañas. Sería bueno que al iniciar este tiempo de Adviento nosotros nos preguntemos si verdaderamente creemos en la palabra de Jesús. Muchos cristianos dicen creer pero, esperan constantemente signos, señales, manifestaciones sensibles de lo que dicen creer. Creer, es la seguridad de lo que no se ve.

¿Podríamos decir que nuestra fe es como la de este centurión?, ¿Cuál es tu actitud para lo que lees en la Biblia?

Oración

Señor Dios misericordioso, que alientas nuestra esperanza mediante el amor de tu Hijo y que nos das constancia de que nunca nos abandonas y estás siempre ahí como Dios con nosotros, haz que nos preparemos con docilidad a la venida de tu Hijo, para que cuando llegue nos encuentre en vela y oración y merezcamos así, el premio a los criados buenos y fieles. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Acción

El día de hoy mostraré estar atento a la voz de Jesús y seré solidario con los hermanos que me soliciten alguna atención de parte mía.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, Catholic.net, ACI Prensa