Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Martes 3 de octubre de 2017

Tiempo Litúrgico: Ordinario
   Color del día: Verde   

Santos del día:

          Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Zacarías (8, 20-23)
Vendrán numerosos pueblos a buscar
al Señor a Jerusalén.

Esto dice el Señor de los ejércitos: “Vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y los habitantes de una ciudad irán a ver a los de la otra y les dirán: ‘Vayamos a orar ante el Señor y a implorar la ayuda del Señor de los ejércitos’. 

‘Yo también voy’. Y vendrán numerosos pueblos y naciones poderosas a orar ante el Señor Dios en Jerusalén y a implorar su protección”.

Esto dice el Señor de los ejércitos: “En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera tomarán por el borde del manto a un judío y le dirán: ‘Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes’ ”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Al revisar esta profecía y aplicarla a nuestro contexto cristiano, ¿podríamos decir que se cumple en nuestra vida y en nuestra persona? ¿Somos nosotros aquellos que conducen a los demás hacia Cristo, hacia el conocimiento de la verdad en Jesús? ¿Es nuestra vida tal, que transparenta a Dios de manera que los demás se dan cuenta de que efectivamente Dios está con nosotros?

No debemos olvidar jamás que el mejor medio para que los demás conozcan y amen a Dios somos nosotros, ya que una vida que refleja a Dios, que está colmada de la paz y del gozo del Espíritu Santo, es la mejor invitación para que los que nos rodean busquen también tener aquello que nosotros reflejamos. 

Y es que cuando la gente nos ve pasar por situaciones difíciles en las cuales no se pierde la paz, cuando en nuestras familias se vive la armonía y la alegría; cuando en medio de nuestro dolor se refleja la esperanza, la gente no puede sino preguntar: ¿cómo puedo yo tener eso que tienes tú, pues, como tú, yo también quiero ser feliz?

Dios ha prometido que un día seremos un solo rebaño y un solo pastor, pero para ello necesita de tu testimonio. Refleja a Jesús en tu vida.

Salmo responsorial (86, 1-2. 3-4. 5. 6-7)
R/  Dios está con nosotros. 
  • Jerusalén gloriosa, el Señor ha puesto en ti su templo. Tú eres más querida para Dios que todos los santuarios de Israel. R. 
  • De ti, Jerusalén, ciudad del Señor, se dirán maravillas. Egipto y Babilonia adorarán al Señor; los filisteos, con Tiro y Etiopía, serán como tus hijos. R. 
  • Y de ti, Jerusalén, afirmarán: “Todos los pueblos han nacido en ti y el Altísimo es tu fortaleza”. R. 
  • El Señor registrará en el libro de la vida a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo; y todos los pueblos te cantarán, bailando: “Tú eres la fuente de nuestra salvación”. R.

† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (9, 51-56)
Jesús tomó la firme determinación
de ir a Jerusalén.

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén.

Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.

Reflexión sobre el Evangelio

Cuando se va siguiendo el camino de Jesús, se da uno cuenta que no todos reaccionan positivamente ante el anuncio de la Salvación. El egoísmo y la envidia son fuertes opositores para que el Reino se implante en los corazones. 

Por desgracia, después de dos mil años, este problema persiste; no todos aceptan la invitación para dejar que Jesús haga morada en ellos. El Evangelio de hoy nos ayuda a descubrir cuál debe ser nuestra actitud para con aquellos que aún no han dejado que el Reino sea una realidad en su vida. Mientras que Juan y Santiago (los hijos del trueno) buscan acabar con ellos, Jesús los reprende, pues él no busca la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva.

Tú también anuncia a Jesús, prepara su camino, y si no aceptan tu mensaje, ámalos, y perdónalos, pues el amor es la llave que abre todas las puertas, principalmente las del corazón, que es precisamente donde tiene que entrar el mensaje del Evangelio.

Oración

Señor, quiero agradecer por la oportunidad que me has dado de conocerte, de pertenecerte y ser tu siervo; el poder de ser llamado hijo tuyo lo considero mi más grande tesoro en la vida.

Quiero pedirte perdón por las veces que no he sido luz en el mundo para que otros te conozcan, perdón por todas esas ocasiones en que mi testimonio de vida en vez de acercar gente a Ti, los desanima y aleja. 

Por eso Señor mío, te pido tu gracia para que, de ahora en adelante, mi vida sea un claro ejemplo de tu vida y amor entre nosotros; y más aún, que muchas personas puedan tomarse de mí y que pueda yo llevarlos hasta ti.

Acción

Desde la situación que estoy viviendo en estos momentos de mi vida, voy a reflejar la paz, la armonía, la esperanza y la alegría que suponen la fe que profeso; seré mucho más consciente de que mi manera de vivir puede significar, para muchos, hacer su opción por mi Señor Jesús.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A - 2017, Conferencia Episcopal de Costa Rica