Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color del día: Verde
Santoral:
Primera Lectura
Lectura del libro del
profeta Oseas (11, 1-4. 8-9)
Mi corazón se conmueve.
“Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor. Pero, mientras más lo llamaba, más se alejaba de mí; ofrecía sacrificios a los dioses falsos y quemaba ofrendas a los ídolos.
Yo fui quien enseñó a andar a Efraín, yo quien lo llevaba en brazos; pero no comprendieron que yo cuidaba de ellos.
Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño, con las cadenas del amor. Yo fui para ellos como un padre, que estrecha a su creatura y se inclina hacia ella para darle de comer.
Mi corazón se conmueve dentro de mí y se inflama toda mi compasión. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, pues yo soy Dios y no hombre, yo soy el Santo que vive en ti y no enemigo a la puerta”.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Sólo quien ha tenido en sus brazos a un hijo, podrá entender las palabras del profeta referidas a YHVH. Dios había llamado a Israel y lo había convertido en su hijo, en su heredad. Pero Israel había despreciado este amor, había olvidado todas las muestras de cariño y de ternura de su Padre Dios y se habían prostituido con los Baales, apartándose de Dios.
Con esta lectura, vienen a mi mente las escenas de la pasión de Cristo y el texto del apóstol san Juan que en su evangelio nos dice: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio Hijo para que todos los que crean en él no perezcan sino tengan vida eterna". El problema de la humanidad es olvidar con facilidad las muestras de amor: de nuestros padres, de nuestros amigos, del mismo Dios y con ello nos volvemos, como el pueblo de Israel, insensibles. No tenemos presente que el que se aparta del amor se encamina irremisiblemente a la oscuridad y al egoísmo.
El profeta Isaías, cuando el pueblo estaba en el destierro, le dirá: "¿Podrá una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque alguien así lo hiciera, yo no te olvidaré jamás?" Si nuestro amor por Jesús ha disminuido, recordemos hoy las palabras del Apocalipsis: "Mira de dónde has caído y regresa al primer amor".
Salmo responsorial:
(Sal 79, 2ac y 3b. 15-16)
R/ Ven, Señor, a salvarnos.
- Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
- Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (10, 7-15)
Gratuitamente han recibido este poder;
ejérzanlo, pues, gratuitamente.
En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: “Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.
No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: ‘Que haya paz en esta casa’. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará.
Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el
polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad”.
Reflexión sobre el Evangelio
De nuevo Jesús, ahora en otro contexto, advierte del peligro de rechazar el anuncio del Reino. Éste es, quizás, uno de los grandes problemas por los que atraviesa nuestra sociedad: el rechazo del anuncio evangélico.
Ciertamente este rechazo no es expreso, sin embargo, esta pereza de ir a misa, de asistir a retiros, de no involucrarse en la parroquia, de no estar abierto a la instrucción de la Iglesia (obispos, sacerdotes, del mismo Papa), expresa con bastante claridad el rechazo que el mundo, y nuestra sociedad, hacen del anuncio del Reino. Por otro lado, si bien es cierto que no hay una negativa concreta de hospedar a un ministro de la palabra, (sea sacerdote o laico), en muchos de los cristianos se nota una falta de interés por cooperar abiertamente en la proclamación del Evangelio.
Debemos estar atentos, pues la advertencia de Jesús es clara: "Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad". Busquemos siempre la manera de aceptar la invitación de Jesús a una conversión más profunda y de cooperar para que toda nuestra comunidad, pueda conocer y vivir al mensaje del Reino.
Oración
Gracias, Señor, por tu abrazo de Padre, gracias por dejarme experimentar tu amor incondicional y protector. No permitas, Señor, que nada me aparte del gozo de estar en tus brazos y permanecer asido de tu diestra que sostiene, restaura y anima.
Acción
Hoy tendré con los que me rodean más muestras de amor que las que habitualmente tengo, buscando que ellas sean instrumento de Dios para manifestarles su amor de Padre.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo B - 2018, Conferencia Episcopal de Costa Rica