Tiempo Litúrgico: Adviento
Color del día: Morado
Santoral:
Primera Lectura
Lectura del libro del Cantar de
los Cantares (2, 8-14)
Aquí viene mi amado
saltando por los montes.
Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Mira que el invierno ya pasó; han terminado las lluvias y se han ido.
Las flores brotan ya sobre la tierra; ha llegado la estación de los cantos; el arrullo de las tórtolas se escucha en el campo; ya apuntan los frutos en la higuera y las viñas en flor exhalan su fragancia.
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Este pasaje del Cantar de los Cantares nos hace conscientes de la cercanía de la fiesta de la Navidad y de la actitud que debe mostrar el cristiano ante la llegada de Aquél a quien se ama. La fiesta de la Navidad nos da la oportunidad de mostrar a Dios y a los demás nuestro amor, por ello, qué bueno que compartamos algunos regalitos con los demás, pero lo más importante será que seamos capaces de mostrar este amor con nuestras actitudes y nuestra caridad.
Debemos, pues, de levantarnos de nuestro egoísmo y salir al encuentro del Señor, que se hace presente en todos nuestros hermanos, de manera especial en lo más necesitados; mostremos que amamos a Dios visitándolo en el Sagrario, asistiendo con más frecuencia a misa, confesándonos y orando con más fervor. Jesús viene a nuestro encuentro, abramos nuestro corazón y embellezcámoslo para que encuentre una digna morada.
Salmo responsorial:
(Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21)
R/ Demos gracias a Dios, al son del arpa.
- Demos gracias a Dios, al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos; cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos alabémoslo. R.
- Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo. R.
- En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo; en el Señor se alegra el corazón y en él hemos confiado. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 39-45)
¿Quién soy yo, para que la madre
de mi Señor venga a verme?
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.
Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Reflexión sobre el Evangelio
No sé si has pensado que, hace más de 2000 años, una jovencita de apenas 15 años, dejó la comodidad de su casa, se unió a una caravana, caminó durante unos 5 días en medio de los peligros naturales que conlleva naturalmente hacer un recorrido por el desierto, y que hizo todo esto para ir a visitar a su prima, para ir a asistirla en su gravidez.
Me parece importante, ante la inminencia de la Navidad, que pensemos en todo lo que hizo María Santísima, mientras que nosotros, que contamos con nuestro propio automóvil, con medios de comunicación mucho más seguros, las distancias que recorremos no son tan largas y, aparte no somos unos chiquillos como ella, sin embargo, no somos capaces de ir a visitar a nuestros familiares y amigos enfermos o necesitados.
Toda nuestra vida acelerada se nos va en visitar los grandes almacenes, en detallar la fiesta de Navidad, en tanta superficialidad.
El texto que hemos leído nos dice que Isabel se alegró grandemente apenas oyó la voz de su prima, imagina cuánta alegría podría causar tu saludo a ese pariente al que tienes tanto tiempo de no ver, máxime si está enfermo o cruza por un período difícil de su vida.
La Navidad nos recuerda que, al igual que María, Jesús vino del cielo a visitarnos, para llenar nuestra vida de felicidad; haz, pues, tú lo mismo.
Oración
Señor, quiero sentir con más fervor tu cercanía a mí; asumir que el Reino de los cielos es una realidad que puedo comenzar a vivir en el momento en que haga recta mi senda que me conduce hasta ti.
Acción
Buscaré que entre los regalos que pienso obsequiar, no falte el darme a los demás en mi tiempo y generosidad.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo C - 2019, Conferencia Episcopal de Costa Rica